Cajasiete cerró el ejercicio 2010 con cifras modestas, como corresponde a su tamaño, a su naturaleza jurídica y, en consecuencia, a su política crediticia e inversora, pero, en general, le permiten a la entidad aguantar bien la crisis. Incluso en algunas magnitudes que resultaron negativas el año pasado, como los depósitos de clientes, está notando una fuerte recuperación este mes de junio, según explicó ayer a la prensa su director general, Fernando Verges.

Los directivos de la antigua Caja Rural de Tenerife, con su presidente, Jerónimo Monje, a la cabeza, ofrecieron ayer un almuerzo a los medios de comunicación del Archipiélago y les presentaron un resumen del informe de 2010. Del mismo destaca el mencionado descenso de los depósitos de clientes en 7,1 millones de euros (un 0,7%), debido, sobre todo, a la contracción de las finanzas de las entidades públicas. Al acabar el año, Cajasiete tenía algo más de 1.020 millones en depósitos.

No obstante lo anterior, la entidad prestó en 2010 más dinero que el año anterior (un 2,01%), llegando a 1.092.599.000 euros, y también pese al aumento de la morosidad, que se dobla con respecto a 2009, llegando al 8,31%.

En definitiva, el beneficio neto de Cajasiete alcanzó el año pasado los 3.130.000 euros, un 57% menos que el anterior, en parte debido a la exigencia de dotaciones que supone el incremento de la dudosidad. Al acabar el ejercicio pasado la entidad tenía unos activos totales medios de casi 1.360 millones, un 10,28% más que en 2009.

En cuanto a la marcha de la "integración" -expresión que prefiere el director general a la de fusión- con su homóloga de Las Palmas, Fernando Verges admite que va bien encaminada y que el mes que viene "habrá noticias". En este aspecto resaltó que al no haber duplicidades de oficinas entre ambas entidades, tampoco habrá merma de empleo en la plantilla, e incluso puede haber algo de expansión.