Que la construcción es motor de la economía canaria lo repiten con insistencia las patronales del sector. No les falta razón si se analizan la cantidad de profesionales cuya actividad depende de que se construyan casas. Los responsables de las instalaciones eléctricas, de gas, fontanería y aire acondicionado han sufrido un bajón de actividad muy cercano al de los propios constructores. Todos coinciden en señalar el daño que han sufrido por la morosidad de los contratistas y el creciente intrusismo que sufren ante la escasez de trabajos disponibles. El presidente de la patronal tinerfeña de instaladores eléctricos y de telecomunicaciones (Asinelte), Julián Santos, sitúa entre el 70% y el 80% el peso de la construcción en la actividad de los profesionales de este campo, que no se suben aún al carro de la rehabilitación y reforma de edificios: "Los proyectos de este tipo se centran en la fachada; el cableado, si se puede, no se cambia". De momento, apenas notan más pedidos y sí más competencia desleal de profesionales que esquivan la Seguridad Social y ofertan sus trabajos con un descuento del 40% sobre el precio del mercado. Santos considera que, ante la perspectiva de que la edificación no volverá a sus cotas previas a la crisis, los electricistas deben especializarse en eficiencia energética y energías renovables.

Similar tónica siguen los fontaneros e instaladores de gas. "El 80% ha cerrado y muchos de los que quedan en activo no están haciendo nada", subraya el titular de la patronal Apigaste, Álvaro Vera, cuya experiencia personal ejemplifica la realidad del subsector: de contar con 11 empleados en una sociedad limitada ha pasado a autónomo independiente. Los pagarés que nunca se llegan a cobrar, la inactividad reinante -"Piden diez presupuestos para una instalación de gas butano", señala- y el intrusismo paraliza a estos profesionales. Lo mismo dicen en la patronal Afriate, de aire acondicionado y agua caliente sanitaria: "No hay trabajo, ni siquiera de mantenimiento. Las empresas que lo tenían contratado lo están retirando y solo llaman para averías extremas. Ese segmento ha bajado un 50% y el de nuevas instalaciones está bajo mínimos, son rarísimas", reconoce el presidente de la asociación, Jesús Cedrés.