La cumbre de la OTAN que comienza este domingo en Chicago servirá de plataforma al presidente de EEUU, Barack Obama, para exhibir sus logros en Afganistán y su compromiso con la retirada después de haber conseguido durante su mandato poner fin a la guerra de Irak y eliminar a Osama bin Laden.

El descontento de los estadounidenses con la presencia de su país en Afganistán va en aumento y si en noviembre de 2011 estaba en un 53 por ciento a finales de marzo pasado había subido al 69 por ciento, según un sondeo de la cadena CBS y The New York Times.

Y esa sensación creciente de que la guerra en Afganistán no vale la pena puede pesar en un año en el que Obama se jugará la reelección en las presidenciales de noviembre.

Según las últimas estadísticas, casi 2.000 militares estadounidenses han fallecido en Afganistán desde que el Gobierno de George W. Bush decidió invadir el país en octubre de 2001 para eliminar a la red terrorista Al Qaeda, responsable de los atentados del 11S contra Nueva York y Washington.

Estados Unidos tiene todavía cerca de 90.000 soldados en Afganistán. Este año saldrán del país asiático unos 23.000 y la meta es completar la retirada en 2014, en consonancia con el calendario fijado por la OTAN.

El proceso de transición para que las fuerzas afganas sean capaces de garantizar la seguridad en el país no se puede hacer a toda prisa y eso también lo ha querido dejar claro Obama.

Por eso la cumbre de la OTAN de este domingo y lunes en Chicago (EEUU) va a debatir, entre otros asuntos, cómo seguir ayudando a Afganistán a partir de 2014, sobre todo para que "no sea en el futuro un refugio seguro para Al Qaeda", según el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Tom Donilon.

Se calcula que el coste de dar soporte a las fuerzas afganas será de unos 4.100 millones de dólares (unos 3.100 millones de euros) anuales durante el período 2015-18, de los que EEUU está dispuesto a asumir en torno a la mitad si la comunidad internacional se hace cargo del resto.

Además, en su reciente visita sorpresa a Afganistán, Obama firmó con su homólogo de ese país, Hamid Karzai, una alianza estratégica que entrará en vigor en 2014, durará una década y abre la puerta a la presencia de tropas estadounidenses para tareas de formación de las fuerzas afganas y combate al terrorismo.

La lucha antiterrorista, en la que EEUU no quiere retroceder ni un ápice, le ha dado varias alegrías a Obama durante su mandato.

En mayo de 2011 el presidente se anotó un importante éxito con la operación militar encubierta que mató en Pakistán al jefe de Al Qaeda, Osama bin Laden.

Asimismo, después de haberlo prometido en campaña en 2008, Obama terminó en 2011 con casi nueve años de guerra en Irak, que le costó a las arcas públicas más de 800.000 millones de dólares y acabó con la vida de más de 4.400 soldados estadounidenses.

El presidente quiere añadir ahora a su lista de logros el haber conseguido estabilizar Afganistán y hablará de ello ante sus socios en la OTAN.

Usar en su favor la baza de Afganistán le conviene en un momento en el que las últimas encuestas dan un empate técnico entre él y su probable rival republicano, Mitt Romney, a menos de seis meses de las elecciones.

A medida que la pugna se vuelve más reñida, Obama está obligado a recordar a los votantes las promesas cumplidas para dejar en un segundo plano las asignaturas pendientes.

En 2010 logró sacar adelante una polémica reforma del sistema sanitario que hace obligatorio el seguro de salud para todos los ciudadanos, pero ha dejado totalmente aparcada otra muy esperada: la migratoria.

Tampoco ha podido cerrar la prisión de Guantánamo (Cuba), en parte por la negativa del Congreso a aprobar fondos que permitan trasladar a los presos a territorio estadounidense y también por las reticencias de otros países a recibirlos.