El incremento de la competitividad, y por tanto de la productividad, de las empresas españolas pasa por varios factores, entre ellos aumentar la inversión en innovación de productos de gestión de recursos y procesos y, sobre todo, la profesionalización de los equipos directivos.

Éstas son algunas de las consecuencias a las que han llegado los expertos que han participado en el número 132 de la revista "Papeles de Economía Española", de la Fundación Cajas de Ahorros, que ha sido presentada hoy en Zaragoza por el presidente de esta fundación, Carlos Ocaña, y por los coordinadores de los contenidos de la publicación, los profesores Vicente Salas y Emilio Huerta.

La revista incluye 21 artículos en los que se analizan distintos aspectos a tener en cuenta para que las empresas españolas hagan mejor las cosas y aumenten la competitividad, según Ocaña, quien ha insistido en que este aspecto no hay que verlo sólo desde el punto de vista de los salarios, sino en que influyen factores igual de importantes como la organización interna, la gestión de recursos humanos, las nuevas tecnologías o la internacionalización.

Y eso en un contexto en el que las empresas invierten en procesos de innovación un 1,38 % del PIB frente al 2,4 de la media de la OCDE y en el que las actividades emprendedoras pertenecen a sectores que generan menos valor añadido.

El profesor Vicente Salas ha apuntado que las empresas españolas tienen una menor productividad, debido en parte a que tienen menor tamaño, y que en ello influyen tres factores, los dos primeros basados en el entorno institucional, la regulación de los mercados y la estructura fiscal y en la falta de reconocimiento social de la figura del empresario.

El tercer factor se centra en los mecanismos de acceso a la función de empresario, en tanto en cuanto la figura del tradicional empresario "hecho a si mismo" tienen un "nivel relativamente bajo de formación" que lastra su tarea en un determinado momento, en el que se requiere un elevado desarrollo empresarial.

Por eso, los expertos que han participado en la revista alertan de que determinados procesos de innovación y gestión requieren de "destrezas" que no se adquieren por loa experiencia, y llaman la atención sobre el hecho de que las empresas de éxito son esas que han sido capaces de profesionalizar la gestión, diferenciando la figura del "propietario" de la del "gestor" de la empresa.

Las compañías, según Salas, deben dar ese "salto cualitativo", que algunas empresas familiares ya han sumido como reto y en el que los mercados financieros pueden ayudar, en tanto en cuanto toman sus decisiones sobre los créditos que conceden a las empresas en función de los equipos directivos que las gestionan.

Otra de las cuestiones que deberían impulsar las empresas, ha agregado, es la colaboración empresarial, la suscripción de alianzas estratégicas para optimizar recursos sin perder independencia.

Para Emilio Huerta, la innovación es determinante, pero no sólo en los procesos de producción y en la tecnología, sino en la organización y la gestión de recursos humanos, áreas en las que hay mucho margen de crecimiento.

Para conseguir que los empresarios sean conscientes de que deben asumir estos cambios, Salas ha dicho que las ayudas públicas deben diseñarse como una forma de influir en las políticas empresariales, potenciando por ejemplo favorecer proyectos de cooperación empresarial o condicionando las ayudas al carácter profesional de los equipos directivos.