Los diferentes sendas económicas en las que se encuentran inmersas la débil eurozona y unos Estados Unidos a medio gas quedaron hoy de manifiesto en los discursos de sus respectivos responsables monetarios: con Janet Yellen predicando cautela y Mario Draghi dispuesto a más medidas si fuera necesario.

En la exclusiva reunión de banqueros centrales de Jackson Hole (Wyoming), en plena cordillera de las Montañas Rocosas, Yellen trató de calmar las expectativas de una subida de tipos antes de lo previsto en Estados Unidos pese a la consolidación de la recuperación en marcha.

Los indicadores laborales "han mejorado más rápido de lo anticipado" por la Fed, reconoció Yellen, "pero muestran la profundidad del daño que, cinco años después del fin de la recesión, el mercado laboral aún tenga que recuperarse del todo".

En el último año la tasa de desempleo en Estados Unidos ha pasado del 7,3% al 6,2 %, y la economía creció en el segundo trimestre a un ritmo anual de 4 % tras el tropezón del primer trimestre.

La presidenta de la Fed aseguró que "con la economía acercándose a nuestros objetivos, es natural que nuestro énfasis vire hacia los obstáculos que persisten, lo rápido que pueden superarse y, por consiguiente, en qué condiciones debemos empezar a retirar los estímulos extraordinarios".

Aunque rápidamente, matizó: "La política monetaria debe ser gestionada finalmente en un modo pragmático que no se base solo en un indicador o modelo particular".

En Estados Unidos se da por hecho que en 2015 se producirá la primera subida de tipos de interés de referencia, actualmente entre el 0 % y 0,25 %, desde 2008.

La gran pregunta, sin embargo, es cuándo.

El consenso de los mercados apunta a mediados del próximo año, pero la mejoría reciente de varios indicadores en la primera economía mundial ha aumentado las voces de los que recomiendan un alza más temprana.

El mercado laboral, advirtió Yellen, aún muestra signos de "debilidad" y de "infrautilización" de sus recursos, con muchos trabajadores atascados en empleos a tiempo parcial.

Frente a esto, el otro protagonista de la jornada, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dibujó un panorama económico frágil en el que será decisiva la ayuda por parte del organismo emisor.

"Los riesgos de hacer demasiado poco superan los de hacer demasiado" en materia de política monetaria, dijo al comentar el alto nivel de desempleo en la zona euro, que está en el 11,5 %, y la baja inflación, que lleva ya más de diez meses por debajo del 1%.

Defendió, en este sentido, las medidas adoptadas hace dos meses por el BCE, entre ellas el recorte de la tasa de interés rectora al mínimo histórico del 0,15 % y otras herramientas para fomentar el flujo de crédito en la zona euro.

"Estoy convencido de que el paquete de medidas que anunciamos en junio ofrecerá el planeado impulso a la demanda, y estamos preparados para ajustar nuestra política aún más", aseveró Draghi.

Y citó, como ejemplo, los movimientos registrados en el tipo de cambio en los últimos meses, donde el euro se ha depreciado respecto a otras monedas como el dólar que, dijo, contribuirán a empujar la demanda e impulsar la inflación.

El euro ha pasado en los últimos meses de cotizar a 1,3930 respecto al dólar en marzo cerrar esta semana en 1,3267 dólares

Además, Draghi consideró que estas tendencias "deberían ser sostenidas por la esperada divergencia de la política monetaria en Estados Unidos y la zona euro".

Mientras que el BCE evalúa incrementar el estímulo, en Estados Unidos la Fed ha iniciado ya la retirada progresiva del multimillonario programa de compra de bonos para inyectar liquidez, y que se espera concluya a finales de octubre.

La complejidad de lidiar con el contexto actual de política monetaria ultraexpansiva en las economías avanzadas ha centrado la reunión de los banqueros, donde también se espera la participación del presidente del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, que también ha optado por unas medidas de estímulo monetario sin precedentes.