El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dejó hoy entrever que la entidad monetaria se prepara para comprar deuda soberana en grandes cantidades si las medidas adoptadas hasta ahora no son suficientes y empeoran las perspectivas de inflación.

"El consejo de gobierno es unánime en su compromiso de usar instrumentos no convencionales adicionales dentro de su mandato", dijo Draghi en rueda de prensa sin citar medidas concretas.

Añadió que "el consejo de gobierno ha asignado al personal del BCE y a los comités relevantes del Eurosistema la tarea de asegurar la preparación a tiempo para que se apliquen más medidas en caso necesario".

Draghi previó que, tras la medidas adoptadas hasta ahora -que son las nuevas inyecciones de liquidez a cuatro años y las compras de deuda privada-, el balance de la entidad monetaria aumentará al nivel de principios de 2012, cuando era un billón de euros superior al actual.

De este modo, Draghi ha dicho que el BCE espera comprar bonos privados a los bancos y prestarles dinero por valor de casi un billón de euros.

Si con estas medidas no logra esa cantidad, el BCE aplicará otras medidas, como la compra de deuda soberana -conocida como expansión cuantitativa- o de deuda de empresas.

Actualmente, el balance del BCE es de algo más de dos billones de euros y a comienzos de 2012 era de tres billones porque entonces la entidad monetaria había comprado también bonos garantizados y en 2010 comenzó a comprar deuda soberana de Grecia.

Estas compras respaldarán el precio de los bonos y ayudarán a mantener bajas las rentabilidades, pero no está tan claro que vayan a estimular el crédito y el crecimiento, señalan algunos expertos.

Previamente, el consejo de gobierno del BCE decidió mantener el tipo de interés rectora en el mínimo histórico del 0,05 %.

La entidad monetaria comenzó en octubre el tercer programa de comprar bonos garantizados, en España conocidos como cédulas.

"También empezaremos pronto a comprar bonos de titulización de activos", añadió Draghi.

El BCE acometió en septiembre la primera de las operaciones de refinanciación a cuatro años, a un tipo de interés fijo del 0,15 %, y condicionadas a que los bancos presten a las empresas y hogares, operaciones que se van a llevar a cabo hasta junio de 2016.

Las compras de bonos privados, que durarán al menos dos años, junto con las de inyección de liquidez a cuatro años condicionadas, "tendrán un impacto considerable en nuestro balance, que se espera se mueva hacia el nivel que tenía a comienzos de 2012", dijo Draghi.

Hizo hincapié en que el consejo de gobierno "firmó de forma unánime" este comunicado de prensa y que no existen divisiones norte-sur dentro del consejo de gobierno.

De este modo respondía a los rumores sobre fuertes divergencias en el BCE y sobre el descontento de algunos miembros del consejo de gobierno con su forma de actuar, como el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.

Draghi también dijo que el balance de otros bancos centrales se van a contraer.

Este es el caso del balance de la Reserva Federal estadounidense (Fed) y del Banco de Inglaterra, pero no del Banco de Japón, que la semana pasada prometió más estímulos monetarios.

El Banco de Inglaterra también mantuvo los tipos de interés, en el mínimo histórico del 0,5 %, y el volumen de compra de activos en 375.000 millones de libras (470.000 millones de euros).

El euro cayó con fuerza más de un centavo de dólar y se cambiaba por debajo de 1,24 dólares después de la intervención del presidente del BCE, aunque después ganó algunas posiciones de nuevo.

"Draghi es el jefe", escribió el economista jefe del Commerzbank, Jörg Krämer.

Desde el martes circularon rumores de que algunos miembros del consejo de gobierno habían criticado su estilo de liderazgo, que calificaron de sigiloso, y su forma de comunicación, que consideran errática.

Pero Draghi dejó claro en la rueda de prensa que no hay nada de esto.

"Esperamos que el BCE comience la expansión cuantitativa, probablemente a comienzos del próximo año", según el economista jefe de Commerzbank.

Otra opción es ampliar el programa de compra de bonos privados e incluir deuda de empresas, según el analista de Royal Bank of Scotland Richard Barwell.