El esperado despegue de la economía europea, que tanto tiempo lleva planeando a ras de suelo con el siempre presente miedo a estrellarse, parece que tampoco se va a producir en el corto plazo. Una vez más, los problemas en la economía china y la amenaza de que se produzca la salida de la UE por parte de Gran Bretaña el próximo 23 de junio han lastrado enormemente a la economía común. Tanto es así que, ya a principios de mes, la Comisión Europea rebajó sus previsiones de crecimiento para la Unión para los dos próximos años, en un movimiento que viene siendo todo un clásico durante los últimos tiempos.

En este contexto, además, la situación particular de España tampoco incita al optimismo. Por primera vez desde 1909 el estado español está soportando una deuda pública de más del 100%, es decir, mayor que la de su PIB (Producto Interior Bruto). Entre enero y marzo de este año, las administraciones públicas españolas acumularon una deuda de 1.095 billones de euros mientras que el crecimiento de la economía se quedó alrededor del 0,8%. Para ilustrar mejor los problemas que atraviesa la economía, basta decir que el crecimiento del PIB debería haberse colocado alrededor del 2,2% para evitar que la deuda pública superase el 100%.

Si bien se puede considerar que este tamaño desmedido de la deuda es algo natural entre los países del sur de la Unión Europea, con Italia y Francia también encaminados claramente a romper las reglas de gasto público impuestas por la Eurozona, la verdad es que en el seno del Partido Popular los nuevos datos sobre la deuda pública española no han sentado nada bien. El expresidente del gobierno y uno de los miembros con más voz dentro del Partido Popular, José María Aznar, salió a la palestra el pasado 20 de junio para criticar la gestión del déficit público realizada por el gobierno del presidente en funciones Mariano Rajoy. “Quiero decirlo con total claridad: relajar la corrección del déficit público es un error, más aún, un grave error”, explicó Aznar en el Foro Anual de Economistas, en la que también explicó que los cambios necesarios en la economía del país sólo podrán llevarlos a cabo quienes cuenten con la “legitimidad” y la “lealtad necesaria”.

Respecto a las exigencias del expresidente del gobierno reclamando aún más medidas y recortes encaminadas a disminuir el déficit, rápido llegó la contestación de los miembros de la actual ejecutiva en funciones. “Este gobierno siempre ha estado a favor del cumplimiento del pacto fiscal”, afirmó la vicepresidenta en funciones Soraya Sáenz de Santamaría, que, sin llegar a citar a Aznar, afirmó que los objetivos de cumplimiento del déficit deben complementarse con medidas para la creación de empleo.

La carta de Rajoy a Juncker

Sin embargo, en medio de este cruce de declaraciones entre las diversas facciones del Partido Popular, entre unos que piden más recortes y otros que afirman que no harán falta más, la realidad tomó forma de carta enviada por Mariano Rajoy al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker. En esta misiva, el presidente en funciones se comprometía a adoptar “nuevas medidas” para la reducción del déficit si su partido salía vencedor tras las elecciones del 26-J. Al final, parece, el mando sobre la situación lo tiene la Unión Europea a través de la Comisión y ésta, debido a la celebración de las elecciones el próximo 26 de junio, ha decidido aplazar su decisión sobre si sanciona o no a España (con una multa de hasta 2.000 millones de euros) por el incumplimiento del techo de déficit.

“No es un regalo a Rajoy”, explicó en una entrevista al diario digital El Español el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, acerca del aplazamiento de la sanción, sino que “se trata de respetar la democracia española”. Una democracia que, en menos de un mes, afronta sus segundas elecciones en medio año, buscando al próximo partido que tome el mando de un barco que lleva a la deriva unos ocho años. PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos se pelean por dirigir las máquinas, pero, ¿Y si en realidad en dicha lucha no está en juego más que un puesto de títeres en manos de la Comisión Europea? Aunque así sea es cierto que uno siempre se puede rebelar e intentar cortar las cuerdas que lo dirigen, pero el no muy lejano ejemplo de Tsipras, Syriza y Grecia la verdad es que, si a algo invita, no es precisamente al optimismo.

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