Isidro Fainé presentará este jueves su renuncia como presidente y vocal del consejo de administración de CaixaBank, mientras que Jordi Gual será nombrado consejero para cubrir su vacante, así como nuevo presidente no ejecutivo de la entidad.

El banco catalán ha confirmado hoy a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que ha convocado para mañana su consejo de administración para ratificar estos cambios.

Los nombramientos, no obstante, estarán sujetos a la evaluación de la idoneidad de Jordi Gual, actual economista jefe de CaixaBank, por parte del Banco Central Europeo (BCE), ha subrayado la entidad.

Isidro Fainé, que estaba obligado por ley a elegir entre la presidencia de CaixaBank y la de la Fundación Bancaria La Caixa, ha optado finalmente por ceder el timón del banco a Jordi Gual y mantenerse al frente de la fundación y de CriteriaCaixa, el holding que aglutina las inversiones en sectores estratégicos y la participación en CaixaBank.

Fainé, que tenía de plazo hasta el 30 de junio para hacer efectiva su decisión, ya ha comunicado su elección al ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos; al vicepresidente y conseller de Economía de la Generalitat de Cataluña, Oriol Junqueras, y a las autoridades supervisoras europeas.

Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Mecanismo Único de Supervisión Europeo (MUS) han dado su visto bueno al relevo de Jordi Gual al frente de CaixaBank, aunque será en las próximas semanas cuando aprueben formalmente el nombramiento.

Jordi Gual (Lleida, 1957), un economista de prestigio con experiencia en la Comisión Europea, será el encargado de pilotar a partir de ahora la tercera entidad financiera española por capitalización bursátil y primera por volumen de activos en tándem con el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, que seguirá como primer ejecutivo del banco.

Gual, que llegó a La Caixa en 2005, cuando la presidía Ricard Fornesa, ya fallecido, lideraba hasta ahora el servicio de estudios de esta entidad financiera.

El economista llega a la presidencia en un momento en el que el sector y el propio banco viven grandes retos, como un contexto marcado por los bajos tipos de interés, que tensionan los márgenes de las entidades, la exigente regulación europea o las inciertas consecuencias de la reciente salida del Reino Unido de la UE.