El Parlamento Europeo (PE) aprobó hoy por amplia mayoría al tratado de libre comercio e inversiones entre la Unión Europea y Canadá (CETA), que estrecha el vínculo entre ambas potencias en la nueva coyuntura internacional nacida de la victoria de Donald Trump en EE.UU.

El nuevo capítulo de relaciones entre la UE y Canadá seguirá escribiéndose en Estrasburgo este jueves, con una intervención solemne ante el pleno del primer ministro canadiense Justin Trudeau.

El objetivo del CETA es eliminar barreras arancelarias con Canadá y facilitar el intercambio comercial y de inversiones de bienes y servicios.

Los favorables apuntan que ahorrará hasta 500 millones de euros en tasas aduaneras y creará cientos de miles de nuevos empleos, entre ellos para la agricultura, un sector tradicionalmente proteccionista al que se ha compensado con cláusulas de salvaguardia para los productos de indicación geográfica, entre otras medidas.

La Eurocámara ha forzado además que el instrumento de arbitraje de conflictos de inversiones, que algunos grupos consideraban daba pocas garantías públicas, ahora se haya convertido en un tribunal permanente con jueces nombrados por los Gobiernos.

El CETA, que empezó a negociarse en 2009, no podía aprobarse sin el visto bueno de la Eurocámara, aunque para su aprobación definitiva es necesario que sea ratificado por los parlamentos nacionales, una dificultad añadida en la que confían los grupos contrarios al acuerdo para dificultar su puesta en marcha definitiva.

Sí es suficiente la votación de hoy para que algunos capítulos del tratado CETA empiecen a aplicarse de forma provisional.

El Partido Popular Europeo (PPE), los conservadores y reformistas (ECR) y los liberales (ALDE), se han pronunciado a favor, mientras que los socialdemócratas se han dividido (los españoles han optado por el sí) y los Verdes y la Izquierda Unitaria, así como las fuerzas euroescépticas, han votado mayoritariamente en contra.

En el debate previo al voto en el hemiciclo, la comisaria europea de Comercio, Cecilia Mälmstrom, defendió que se trata de "un acuerdo progresista con un socio progresista".

"No funciona ya el proteccionismo, construir muros. El futuro es acuerdos justos y equilibrados con socios que tienen nuestros valores", añadió.

Contra el discurso del proteccionismo "de los nacionalistas y comunistas" se pronunció igualmente el líder del Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber, que dijo que con el actual contexto internacional con Donald Trump en la Casa Blanca "¿con quién vamos a colaborar sino con Canadá?".

Con tibio triunfalismo sobre el acuerdo -aunque la línea de voto general del grupo es a favor- se mostró el líder de los socialdemócratas, Gianni Pittella, que dijo que el acuerdo con Canadá, con los mismos valores de la UE, permite abrir una vía de "globalización más positiva".

Entre los más críticos con el CETA, la portavoz del grupo euroescéptico ENF Marine Le Pen, que dijo que la UE está "malvendiendo" a los agricultores franceses con un tratado que calificó de "quimera".

Eurodiputados verdes y de Izquierda Unitaria se unieron a las protestas en Estrasburgo de centenares de activistas contra el CETA, unidos por la plataforma "Stop TTIP and CETA", que este lunes entregó simbólicamente al Parlamento Europeo 3,5 millones de firmas de ciudadanos en contra del acuerdo.

En el acceso a la sede de la Eurocámara en Estrasburgo, miembros de Greenpeace se conformaron en varias cadenas humanas para intentar impedir el paso.

Los Verdes europeos y de la Izquierda Unitaria denuncian que el tratado comercial con Canadá rebajará los estándares laborales y medio ambientales.

La eurodiputada Marina Albiol (IU) dijo que "el CETA es la puerta de atrás del TTIP, ya que el 80% de las grandes corporaciones estadounidenses tienen algún tipo de participación en compañías canadienses".

Por su parte, Lola Sánchez (Podemos) lamentó que el PSOE tenga la "deslealtad con los trabajadores" de votar a favor del CETA. "¿Será que no quieren dejar de poder colocarse después en los Consejos de Administración de las grandes empresas?", apuntó.

Desde el PSOE, su portavoz en el PE, Ramón Jáuregui, defendió que es mejor la globalización "regulada y justa" que no la globalización en la que las multinacionales no tengan ningún coto.