Tras 30 años trabajando en una entidad financiera, Joan Melé (Barcelona, 1951) se afanó en poner las raíces de la banca ética en España como subdirector de Triodos Bank. Ahora recorre el mundo pregonando la necesidad de construir una sociedad y una economía más justas. Su última parada, Tenerife, donde lo ha traído la Universidad de La Laguna.

Dice que nuestra sociedad está enferma. ¿Cuáles son los síntomas de esa enfermedad?

Uno es el cambio climático, la destrucción del planeta. Una sociedad que destruye su propia casa está enferma. Hay millones de personas en pobreza absoluta, hay entre 40 y 50 guerras en el mundo, terrorismo… Somos una sociedad enferma de la conciencia, hemos perdido de vista al ser humano o lo hemos reducido a poco más que un animal, inmerso en la lucha por la superviviencia. Por eso digo a los jóvenes que no se adapten, sino que luchen para cambiar el mundo.

¿Cuál es la cura?

Tiene que empezar por una buena educación, no basada en el Informe PISA, que solo habla de matemáticas, ciencias y gramática, y ahora, cómo no, de la educación financiera. Quitamos espacio a las humanidades y solo hablamos de tecnología. El problema de España no es que vaya mal de matemáticas, sino de ética y valores. Además, como no dediquemos un poco de tiempo diario al silencio, al encuentro con uno mismo y al diálogo, esto tiene mala salida.

Pero la falta de conocimientos financieros también ha provocado la situación en que estamos.

No digo que no sea importante. Hay profesores que enseñan a los jóvenes a llevar una contabilidad y no gastar más de lo que ingresan, pero también a no dejarse seducir con el consumo, a saber cómo se ha hecho lo que compran y en qué condiciones. Pero algunos manuales perpetúan el sistema, enseñan a los alumnos a ser astutos y ganar lo máximo…

¿Ha cambiado algo la crisis?

Miles de personas han hecho un cambio radical. Lo hemos visto con el aumento del consumo de productos ecológicos, el comercio justo, la banca ética… Pero no es suficiente. Hay una distancia entre lo que pensamos y lo que hacemos, una voluntad dormida. Se está volviendo a cometer errores, la gente vuelve a especular en bolsa, con la vivienda, y no entienden que cuando especulan alguien lo pagará caro, tal vez sus propios hijos. Los jóvenes sí lo entienden y presionan a sus padres, les piden que compren comercio justo, se preocupan por el reciclaje.

¿La economía social ha llegado para quedarse?

Está creciendo. Cuando mucha gente va a comprar ya no lo hace solo por precio; quiere saber lo que está comprando. A lo mejor debemos renunciar a comprar tantas tonterías y optar por productos elaborados con respeto al medio ambiente y por personas con unas condiciones de vida dignas.

Aboga por una economía sostenible. ¿Qué posibilidades tiene Canarias, cuya economía depende del turismo?

Es necesario un turismo de más calidad, más sostenible. Los hoteles y restaurantes deben apostar por lo ecológico, las energías renovables... Canarias está sensibilizada, solo falta que la gente se lo crea. A veces he encontrado una cierta falta de autoestima. Como cualquier lugar, tiene dificultades, pero también un potencial. Hay que tener coraje para apostar por un nuevo tipo de turismo, no de masas, que es pan para hoy y hambre para mañana y lo destruye todo. Hay un cliente que demanda cada vez más un turismo sostenible y de calidad.

¿Cuáles son sus limitaciones?

Canarias debe unirse y superar la gran división que hay entre Tenerife y Gran Canaria. La rivalidad está bien en el fútbol, pero es época de unir fuerzas y buscar alianzas.

¿Cuál es el efecto concreto de la actividad de la banca ética sobre el bienestar de la sociedad?

Somos bancos que no especulan y solo invierten en economía real con unos criterios muy definidos: la ética de las empresas y su aportación social, cultural y medioambiental. Un segundo aspecto es la transparencia. Los bancos no tienen dinero, tienen "nuestro" dinero, y los clientes tienen el derecho y la responsabilidad de saber qué hacen los bancos con él. También financiamos otras empresas , como las del sector social. Miles de ellas han sido abandonadas o ignoradas por la banca. Les ayudamos a salir adelante y pagan perfectamente y tienen sus beneficios. Una banca ética hace que el dinero circule y genere vida, igual que la sangre en el organismo humano.

¿Cuál es el perfil del cliente?

Hay de todo: gente joven que lo tiene clarísimo, pero también personas de todas las edades que han descubierto que esta banca es una ayuda fundamental para cambiar la sociedad.

¿Cómo ha evolucionado la cifra de clientes?

En España creció tanto que durante un tiempo dejamos de abrir oficinas. Venían miles y miles de clientes a traernos millones, y para invertir bien ese dinero necesitas dinero y dar buena calidad de servicio. Hace unos años que hemos vuelto a abrir oficinas, ahora hay algo más de 20, y tenemos entre 250.000 y 300.000 clientes. Que los clientes traigan el dinero es sencillo, es más complicado que te pidan el préstamo. A veces nos dicen: "¿Qué más da quién me dé el dinero?". Pero lo importante es lo que se hace con tu dinero. No puedes aliarte con alguien que hace lo contrario que tú. Esto cuesta más hacerlo entender. Es importante generar esa conciencia.

¿Los valores de esta banca se extenderán a la banca tradicional?

De momento ya ha cambiado la publicidad de muchos bancos, y ahora hablan de sostenibilidad, de valores. Ya les preocupa. Si pierdes miles de clientes que se van a la banca ética, se preguntan qué está pasando. Los clientes también tienen una responsabilidad y cada vez son más exigentes. También vendrán nuevos directivos que implantarán nuevas ideas. Entre unos y otros, conseguiremos que esto cambie.