El cable de fibra óptica tiene como fin mantener una comunicación directa y mejorar los servicios en telecomunicaciones. Utiliza pulsaciones de luz como manera de transmisión de datos, enviando enormes cantidades de información en segundos, es altamente resistente, de larga duración y uno de los más utilizados en el área de la telecomunicación. Con estas ventajas, se potenció su exportación al máximo, naciendo la idea de implementarlos en los cables marinos.

Aunque estos proyectos fueron iniciados por gobiernos, son muchas las empresas que se han dado a la tarea de cablear para así mejorar sus servicios. Empresas como Google, Microsoft y Facebook son pioneras en ese ámbito, debido principalmente a los altos costes que suponen las conexiones que utilizan los cables de fibra óptica.

Ahora bien, aunque a nivel mundial los porcentajes de utilización de cables de fibra óptica para las compañías de telecomunicaciones van aumentando de manera exponencial desde antes del inicio del siglo, Latinoamérica se estancó. Mientras que para el 2007, países como Suecia se encontraban ya con cifras que superaban el 70%, para finales del año 2015, solo el 10,2% de las conexiones de internet en México, se realizaban mediante cables de fibra óptica, seguidos por Chile con un 5,4% y Brasil con un 5,37%.

Históricamente, se debe hacer referencia al Sistema de Cable Submarino Panamericano, como el primer gran proyecto de la región en lo que a cables de fibra óptica se refiere. Este fue construido por 44 empresas en el año 1996, con una extensión de casi 15000 kilómetros y teniendo efecto en 8 países: Aruba, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Panamá y Venezuela. En el 2000 nacería Sam-1, que beneficiaría a 13 países en un inicio y en el año 2016 se anunció el Pacific Caribbean Cable System (PCCS), que con 6000 kilómetros de longitud, tendría efecto en 10 países del continente americano, desde Manta (Ecuador) hasta Florida (Estados Unidos.)

Empresas como Google se han aliado con empresas latinoamericanas para mejorar la conexión en la región. Es así como nace en 2016 el proyecto Monet, que uniría a Brasil con los Estados Unidos desde la ciudad de Fortaleza hasta Boca Ratón en Florida, con un presupuesto que supera los 500 millones de dólares buscando facilitar las comunicaciones no solo con el país norteamericano, sino también con el continente europeo, debido a los cables trasatlánticos existentes en Nueva York.

No es solamente en Brasil que Google ha buscado invertir, también Uruguay se convirtió en un punto de interés de la empresa, invirtiendo 30 millones de dólares en cable de fibra óptica submarina, de 2 mil kilómetros de extensión, desde Punta del Este hasta la ciudad de Santos, al sur de Brasil con el nombre Proyecto Tannat, siendo complementario al cable submarino Brasil-EEUU y buscando beneficiar a toda la región.

De esta manera y gracias a inversores de todo el mundo, se espera aumentar exponencialmente los avances en esta área para el año 2020.