El pasado mes de septiembre Londres anunció que Uber, la popular compañía tecnológica de transporte de vehículos con conductor, no podrá prestar más sus servicios en la capital británica al considerar que no es un operador ni “adecuado” ni “correcto”. La decisión no sentó bien a los usuarios. De hecho, más de 700.000 londinenses firmaron a través de la red una petición para que el servicio vuelva a la ciudad. Esta polémica abre el debate: ¿será la primera de más prohibiciones de este tipo? ¿Se van a prohibir otros servicios digitales que, como Uber, pueden ser una amenaza para la economía tradicional?

Esta decisión deja sin trabajo, argumenta Uber, a más de 40.000 conductores que trabajan para la compañía en la ciudad y afecta también a los 3,5 millones de usuarios que, según la empresa, utiliza su app para desplazarse por la capital. Pero, ¿por qué Londres les prohíbe la licencia? Son varios los motivos que aluden y que podrían resumirse en falta de responsabilidad y seguridad. Consideran que Uber no explica bien cómo sus conductores obtienen los certificados médicos o de penales necesarios para la concesión de licencias. Se han denunciado bastantes casos de agresión sexual y violaciones entre las pasajeras. Y también acusan a la compañía de utilizar un software ilegal con las que evitaban ser multados.

La pregunta que se hacen muchos usuarios es si Uber es un servicio seguro, sobre todo porque en los dos últimos años el número de supuestos ataques sufridos de conductores a pasajeros, principalmente mujeres, se ha disparado. A la compañía se le reprocha que no solo los conductores con licencia prestan este servicio, de manera que el usuario no sabe si la persona que conduce es o no de fiar. Uber, por su parte, se defiende y asegura que sus licencias están en orden y que las agresiones denunciadas se han producido en viajes no reservados por la aplicación.

La no renovación de la licencia de Uber, sin embargo, no zanja la polémica, ya que hay más aplicaciones alternativas que prestan un servicio similar en Londres. MyTaxi, Addison Lee, Gets o Kabee son otras apps para reservar taxis privados.

Hay quienes creen que la prohibición de Uber es una victoria para
el lobby de taxis y para quienes defienden una economía regulada y conservadora. Como no pueden igualar las condiciones que ofrece la aplicación en cuanto a precio ni horarios, el gobierno la prohíbe para evitar la competencia y presiones de los taxistas. Es decir, se impiden los cambios.

De ser así, podría ser la primera de muchas prohibiciones ya que son más los servicios que pueden verse “amenazados” por app o nuevas tecnologías. Las bitcoins, por ejemplo, podrían prohibirse si se aprueban regulaciones más estrictas. La expansión de las bitcoins es más que notable. Basta con fijarnos en plataformas profesionales como IG para comprobar que cada vez más los software para trading en divisas están incluyendo bitcoins como una opción para operar. Y a ningún entendido se le escapa que, precisamente por esto, varios lobbies podrían estar interesados ​​en detener su progreso.

En plena era digital el desarrollo de apps o herramientas tecnológicas que liberen servicios hasta ahora gestionados por muy pocos parece prácticamente imparable. Aunque si se producen más prohibiciones como ésta todo podría cambiar.