El presidente estadounidense, Donald Trump, insistió hoy en su controvertida defensa de los aranceles a las importaciones de acero y aluminio para proteger la industria doméstica pese al rechazo internacional y la preocupación de que se desencadene una guerra comercial.

"Cuando un país (EEUU) está perdiendo muchos miles de millones de dólares en comercio con virtualmente cada país con el que hace negocios, las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar", dijo Trump en su cuenta de Twitter, que justifica su posición por el abultado déficit comercial de EEUU.

El mandatario respondía así al rechazo provocado tanto dentro como fuera de EEUU por su anuncio de ayer de que firmará "la próxima semana" aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio de algunos países, y que estarán en vigor "por un largo periodo de tiempo".

"Debemos proteger a nuestro país y nuestros trabajadores (...)si no tienes acero, no tienes un país!", sostuvo en otro mensaje en la red social.

El anuncio de la imposición de aranceles, que Trump había comentado tanto durante la campaña como desde su llegada a la Casa Blanca en el marco de su agenda de agresivo nacionalismo económico, generó inquietud entre los legisladores de su propio partido republicano.

En este sentido, el senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, atacó la medida ya que supone "un enorme aumento de impuestos para las familias estadounidenses", en referencia al probable alza en los precios de los productos derivados.

"Esperarías esta política tan nociva de un gobierno izquierdista, no de uno supuestamente republicano", recalcó Sasse en un comunicado.

Más diplomático, aunque igualmente crítico, fue el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el republicano de mayor rango en el Congreso, quien urgió a Trump a "considerar consecuencias involuntarias de su idea" y analizar "otros enfoques antes de avanzar" con los aranceles.

En el ámbito internacional, el cambio de rumbo de Washington, tradicional defensor del libre comercio y la globalización, también causó alerta.

En este sentido, el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevêdo, mostró su "clara preocupación" por el anuncio de EEUU, a la vez que subrayó que una guerra comercial "no beneficia a nadie".

Wall Street cerró el jueves con fuertes pérdidas y el Dow Jones de Industriales bajó un 1,68 %, arrastrado por la próxima aplicación de ESTOS aranceles, y hoy abrió de nuevo a la baja, con un descenso del 1,17 % poco después de la apertura.

Preguntada por la negativa recepción internacional y de los mercados, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, rechazó que el presidente esté preocupado al respecto y subrayó que "está increíblemente concentrado en los trabajadores".

"(Los aranceles) son algo que tenemos que tener y que necesitamos tener", agregó Sanders ante un grupo de periodistas esta mañana.

Paradójicamente, el mayor respaldo a estas medidas de proteccionismo comercial provino de la oposición demócrata.

"Esta acción bienvenida debía haber sido adoptada hace tiempo para las factorías siderúrgicas de Ohio y los trabajadores que viven con el temor de ser las siguiente víctimas de las trampas chinas", dijo Sherrod Brown, senador demócrata por ese estado, que concentra gran parte de este sector.

Asimismo, desde la principal agrupación sindical de EEUU, la AFL-CIO, se aplaudió a Trump.

"Estas tarifas son pasos positivos para responder a las prácticas depredadoras que dañan a los trabajadores y compañías que producen en EEUU", aseveró Richard Trumka, presidente de la AFL-CIO.

La decisión de Trump, que aún no identificó los países afectados, se produjo pese a la oposición de parte de sus asesores económicos más cercanos, entre ellos Gary Cohn, director del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

De hecho, Cohn, que advirtió de los riesgos que implica ante la posibilidad de represalias por parte de socios comerciales, llegó a amenazar con dejar el cargo si se aprobaban estas medidas, según reveló el New York Times.

En enero, el mandatario estadounidense ya impuso restricciones a las importaciones de lavadoras y paneles solares, pero las medidas anunciadas contra el acero y aluminio, de acuerdo a los analistas, son de mucho mayor impacto por el volumen de negocio que generan estos sectores.

Trump llegó a la presidencia hace poco más de un año con una marcada agenda proteccionista, y entre sus primeras decisiones estuvo la retirada de EEUU del Tratado de Transpacífico (TPP), negociado con otras once naciones de la cuenca del Pacífico.

Ordenó, además, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994 con Canadá y México, y que ha calificado de manera repetida como "un desastre".