Desde el mayor optimismo hasta el absoluto hastío es el ambiente que se respira en la calle de cara a las elecciones de mañana. Estas posturas diferentes no son novedad alguna en unas elecciones, pero, quizás, sí lo extremista de estos ánimos, situación en la que la crisis económica ha sido determinante.

Algunos acudirán mañana a las urnas con una esperanza en su mano, una papeleta en la que depositarán toda su confianza para obtener una solución a su precaria situación. Muchas de estas personas hace años que no votan o no pensaban en hacerlo en esta ocasión, pues perdieron el interés por unos comicios en los que "da igual el resultado, pues siempre gobernarán los mismos", como Alberto, un obrero de la construcción al que el paro se le ha terminado y no tiene especial interés en la política, pero que mañana sí irá para poder "cambiar las cosas".

Frente a Juan, y otras personas que depositarán su esperanza en una urna, hay muchos otros que no lo harán porque consideran que se trata del "mismo perro con distinto collar, y que da igual quién salga elegido porque no harán nada y siempre gobernarán los mismos", explica Andrés, un joven estudiante que finalizó la carrera hace tres años y continúa sin encontrar trabajo.

José Carlos tampoco irá a votar mañana, pues "llevo desde años absteniéndome porque ninguna de las opciones políticas que hay me interesa, me parece lo mismo una que otra".

Este sentimiento, a juicio de José Carlos, está en la calle, pues "no se comenta mucho el tema de las elecciones porque todo el mundo está bastante quemado. Pese a ello supongo que la gente hará su voto de castigo otra vez, cada uno le dará la confianza a su partido, se realizará un pacto para que gobiernen los mismos y otra vez la rueda hasta dentro de cuatro años", señala este ciudadano, quien acudió esta semana a una de las concentraciones por el cambio político y más democracia, "aunque creo que no conseguiremos nada".

Frente a estos dos polos opuestos están los ciudadanos que no irán a votar porque "no me interesa la política", como Ana, dependienta en un comercio, y otros, como Oliver y Julio, que irán a votar mañana porque quieren ejercer su derecho al voto y animan a todos a hacerlo. Para estos dos últimos jóvenes, la crisis ha provocado un mayor interés en la sociedad con "una campaña electoral que ha estado más encendida que otros años".

La ley electoral

Como viene siendo tradicional en cada comicio, hay todo tipo de opiniones en la calle en cuanto a participación y desarrollo de la campaña se refiere, pero hay una en la que muchos coinciden, y es en la ruptura provocada por la Ley Electoral que impidió la pega de carteles y otro tipo de anuncios electorales, así como actos oficiales de campaña, hasta hace cerca de dos semanas.

Para algunos ciudadanos este paréntesis ha sido como "un regalo del cielo para que las calles no permanezcan tantos días empapeladas con caras", bromea Ángela, una peluquera que considera que "a veces resulta agotador ver los rostros de los candidatos en todas partes".

Y es que los verdaderos perjudicados de esta ley han sido los políticos, quienes vieron frustradas sus agendas con esta decisión, así como sus inversiones en publicidad. Además, la ley también provocó un ritmo desenfrenado en los candidatos, que, hasta ayer, difundían sus propuestas de forma desenfrenada.

Los ecos de las encuestas también se escuchan en la calle generando conversaciones en comercios y locales de ocio sobre quién saldrá vencedor mañana, pero muchas de ellas llegan al mismo puerto: "Da igual quién consiga la mayoría; todo depende del pacto que se haga después para saber quién gobernará".

Pero si hay un deseo latente en la calle es el de que mañana se produzca un cambio; algunos quieren un gobierno diferente, ya sea en su municipio, en el Cabildo o en el Ejecutivo canario y otros de sistema electoral, pero, en general, casi todos esperan un cambio en la precaria situación económica que existe en la actualidad.