Se define como la voz de Canarias en Madrid, y, a la vista de la encuesta del CIS, Coalición Canaria (CC) logrará al menos ser parte del coro polifónico que el archipiélago envíe al Congreso de los Diputados: conservaría sus dos diputados -gracias a su alianza con Nueva Canarias- frente a los cinco del PSOE y los ocho del PP.

La polarización entre los dos grandes partidos es sentida por Coalición Canaria como su mayor enemigo, pese a lo cual afronta estas elecciones con la esperanza de mejorar de dos a tres sus representantes en el Congreso.

Pero con ser importante para los nacionalistas canarios el tamaño de su voz, lo esencial es ser decisivos para gobernar y condicionar de esa manera las políticas nacionales.

Las encuestas predicen los mismos escaños, pero la distribución será diferente. En la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife, el feudo de CC, los nacionalistas perderían uno de sus dos escaños, que se compensaría con otro asiento por la circunscripción de Las Palmas, gracias a su alianza en esa isla con Nueva Canarias, radicada en Gran Canaria y que presenta como cabeza de lista a Pedro Quevedo.

Paradójicamente, en la política local CC está en el Gobierno autonómico con Paulino Rivero de presidente, pero su socio en las elecciones generales, Nueva Canarias, está en la oposición.

Para más paradojas, la tercera pata del nacionalismo canario, el Centro Canario Nacionalista (CCN), es socio de CC (y del PSOE) en el Gobierno regional, pero adversario en estas elecciones generales al haberse integrado en las listas del PP.

La candidata de CC al Congreso por Santa Cruz de Tenerife, Ana Oramas, que ya era la portavoz en la legislatura que termina, ha defendido que los partidos nacionalistas olviden sus diferencias en las islas ante el reto de unir sus fuerzas en el Congreso y poder condicionar la política nacional.

Para ello, el mejor escenario sería que ningún partido obtuviera mayoría absoluta.

Pero de todos modos, CC-NC no cree que Mariano Rajoy, aunque arrasara, pudiera permitirse el lujo de gobernar sin tener en cuenta las demandas de las islas, dada su situación social y económica con un desempleo que se acerca al 30 por ciento de la población activa.

Por si acaso, Paulino Rivero ha remitido un aviso oportuno: si Canarias no es un asunto de Estado en la próxima legislatura, será un problema de Estado.

CC y NC buscan su lugar en el mercado electoral minusvalorando el papel del resto de parlamentarios canarios en la defensa de los intereses de las islas pues, argumentan, una vez socialistas y populares llegan a las Cortes se someten a la disciplina de grupo, se olvidan de sus circunscripciones y enmudecen.

Su mensaje busca desmarcarse del bipartidismo de PSOE y PP, porque en estas elecciones no se decide si gobierna Rajoy o si lo hace Rubalcaba, sino si Canarias tiene voz o se queda muda.

El anticipado triunfo del PP en estas elecciones coge a Coalición Canaria estrenando una alianza con el PSOE en el Gobierno regional, tras varios lustros de pactos con los populares.

Ese pacto con el PSOE en Canarias se corresponde con el fin de una legislatura nacional en la que CC ha apoyado al Gobierno socialista de Zapatero en sus malos momentos, como cuando necesitó aprobar los presupuestos o aplicar recortes.

La esperanza de los nacionalistas canarios es contar con una representación suficiente y que el nuevo Ejecutivo vuelva a necesitar también sus votos.

En su estreno electoral en 1993 y en las elecciones de 1996 y 2000, CC consiguió sus mejores resultados, cuatro escaños en el Congreso, repartidos equilibradamente entre las dos provincias.

Pero en 2004 empezó a perder pie en Las Palmas, en donde se dejó un escaño y mantuvo los dos de Santa Cruz de Tenerife.

La tendencia siguió en 2008, cuando ya sólo retuvo los dos puestos de la provincia tinerfeña y su porcentaje de apoyo bajó del 25% al 17%.

La alianza con Nueva Canarias permitirá a los nacionalistas canarios equilibrar sus resultados en las dos provincias, y está por ver si también remontar votos y escaños.