Consciente de que el PSOE atraviesa sus horas más bajas desde la transición, Alfredo Pérez Rubalcaba ha tratado de unir los esfuerzos de la vieja guardia, personificada en el propio Felipe González, y de los nuevos cachorros socialistas, para afrontar juntos el reto del 20N.

Así, en su equipo para las elecciones del 20 de noviembre se pueden encontrar históricos dirigentes socialistas, como Ramón Jáuregui, y jóvenes promesas, como Eduardo Madina.

El propio Rubalcaba procede de la época del "felipismo", en la que fue ministro de Educación y de Presidencia, además de portavoz del Gobierno.

Ahora, su "jefe" de entonces, Felipe González, forma parte de su círculo de personas de confianza y, aunque oficialmente no forma parte del comité electoral del PSOE ni de ninguna lista, el expresidente es una de las principales bazas de los socialistas en esta campaña.

González ha dicho en reiteradas ocasiones que está a las órdenes de Rubalcaba, y en el equipo del candidato no han dudado en echar mano de él para que se recorra el país haciendo mítines.

El comité electoral propiamente dicho está dirigido por Elena Valenciano, secretaria de Política Internacional, con experiencia en campañas electorales y una gran sensibilidad en temas de igualdad, lugarteniente de Rubalcaba además en la lista por Madrid, donde ocupa el "número dos".

Forman parte también de ese núcleo duro algunos de los colaboradores más estrechos de Rubalcaba en los últimos años, como Antonio Hernando, que ha sido portavoz de Interior en el Congreso, y Óscar López, actual secretario general de los socialistas de Castilla y León.

Un político joven, Pedro Sánchez, cuya trayectoria está en ascenso dentro del PSOE, ha entrado en los últimos meses en ese círculo de confianza del candidato, hasta el punto de que su colocación en las listas por Madrid provocó una fisura con el PSM, que se abstuvo en las votaciones de las candidaturas en el comité federal del pasado 8 de octubre.

Además, Rubalcaba se ha traído a quien era su jefe de gabinete en el Ministerio del Interior, Gregorio Martínez, para que dirija la oficina del candidato.

Junto a ellos, en el comité electoral están veteranos como Gaspar Zarrías, mano derecha de Manuel Chaves durante años y ahora con mando en Madrid, que se ocupa del capítulo de coordinación institucional.

Juan Manuel Aceña, experto en publicidad y montaje de actos, está a cargo de operaciones, mientras que el gerente del partido, Xoan Cornide, lleva todo lo relacionado con la administración.

Completan el organigrama María González (campaña territorial 2.0), Ángeles Álvarez (movilización), Marisol Pérez (apoyo a candidatos) y Pilar Alegría (organización).

En el plano programático, Rubalcaba no se la ha querido jugar y ha tirado de caballo ganador para elaborar el programa electoral: lo ha coordinado el ex ministro Jesús Caldera, encargado de los programas en los comicios de 2004 y de 2008, en los que venció Zapatero.

Caldera es de facto el ideólogo del PSOE y dirige la Fundación Ideas del PSOE, cuyo objetivo es ofrecer nuevas propuestas progresistas al debate político y social, señalar retos y oportunidades, prevenir problemas y aportar posibles soluciones que los resuelvan.

Ha estado apoyado en este cometido por la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, muy respetada dentro de las filas socialistas.

Otros dirigentes federales y miembros del Gobierno han ayudado en la confección del programa, entre ellos el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, el de Trabajo, Valeriano Gómez, y la titular de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, así como Inmaculada Rodríguez Piñeiro, Micaela Navarro y Daniel Fernández.

El alcalde de Lleida, Àngel Ros, se ha ocupado de todo lo relacionado con la inmigración.

También las candidaturas electorales son un exponente de esta alianza intergeneracional, ya que mientras algunas están encabezadas por históricos como Alfonso Guerra, Manuel Chaves, Cristina Narbona y Odón Elorza, no faltan "números uno" que bajan mucho la media de edad, como Leire Pajín o María González.

No han querido repetir, pese a que en un principio se contaba con ellos, el presidente del Congreso, José Bono, y la vicepresidenta económica, Elena Salgado.