Nunca hasta ahora los siete diputados de la provincia tinerfeña se los habían repartido cinco formaciones políticas. Acaso sea el signo de los "nuevos tiempos", marcados por la fragmentación, acaso un sinónimo de pluralidad. Lo cierto es que la irrupción en la arena política de los denominados partidos emergentes ha pasado factura a quienes permanecían asentados en el "antiguo" sistema.

El PP sale mal parado. De los cuatro representantes que lograban los conservadores hace tan solo cuatro años, en una coyuntura de euforia, el desgaste inherente al gobierno y la voz de los ciudadanos los han conducido a perder alrededor de unos 68.000 sufragios en las Islas occidentales respecto a los comicios de 2011.

A pesar de la fuga de votos (alrededor de 5.000), los socialistas mantienen el tipo y se aseguran dos caras en la composición del nuevo Parlamento español.

El caso de Coalición Canaria (CC) admite múltiples lecturas, desde el heroísmo a la tragedia y al auténtico descalabro, según el libreto que se interprete. La pérdida de algo más de 40.000 votos los sitúa como la cuarta fuerza política de la provincia, por detrás de Podemos, que irrumpe con la fuerza de su juventud y la frescura de su mensaje. Algo similar a lo que ha sucedido con Ciudadanos, que logra su escaño con el 10,5% de los votos emitidos.