Él se define como un artista multidisciplinar sin representante, un buscavidas de la escena artística nacional que el próximo 10 de mayo presentará su "MikipediA" en el Aguere Espacio Cultural. El humorista aragonés Mike Nadal (1967) regresa a La Laguna con un espectáculo que ironiza sobre los conocimientos de la red. "Es una ciudad en la que siempre me he sentido bien", asegura en relación a las anteriores experiencias vividas en Aguere.

¿Qué es "MikipediA"?

Es un "standar comedy" en el que creo mi propia "MikipediA" y en el que hablo del conocimiento que circula en la red, incluido sus fallos...

¿La red es el enemigo implacable que le ha salido al mundo de la cultura?

Internet es una plataforma ideal para dar promoción a los nuevos talentos. Yo no he visto nunca a la red como ese enemigo cruel de los artistas.

¿Hay motivos para reírse?

No demasiados, pero la risa es un estado de ánimo que no se debe perder nunca porque es como la ilusión, es decir, en cuanto la dejas ir nunca vuelve...

¿Sacar una carcajada a alguien se ha convertido en una misión de alto riesgo?

Hacer reír no está más difícil, lo complicado es pagar por reírse... La risa es algo que tiene que existir en los días buenos, pero también es los malos. Es como comer, respirar, relacionarse con los amigos... Esas cosas se tienen que hacer a diario.

¿El monólogo sigue teniendo una buena "salud" en España?

Tiene rachas buenas y malas o periodos de saturación, pero sí que funciona. De todas formas, yo distingo a dos clases de monologuistas: los que crean sus propios textos y los que interpretan monólogos que han escrito otros... No podría decir cuál de los dos modelos es mejor porque ambos son válidos. Un actor, por ejemplo, no va a ser mejor actor por interpretar sus propias obras. Pues en el monólogo ocurre algo parecido. Existe un proceso creativo que no necesariamente tiene que estar ligado con la persona que sale a un escenario a contar una historia. Al final, lo que importa es que lo que diga sea más o menos gracioso. Lo otro, la trastienda del monólogo, es algo secundario una vez te enfrentas al público.

Si tuviera que definir lo que hace, ¿cómo lo haría?

En mi página web, que por cierto me la han pirateado, yo me defino como un artista multidisciplinar sin representante... Eso significa que lo mismo me pongo a grabar un "sketch", que hago un programa de radio, que me dedico a producir una película -Miki Nadal fue el productor de "Buried"- o que escribo un libro sobre el mundo de la televisión. Ser artista implica aceptar retos tan arriesgados como tener que tirarte de un trampolín.

¿Por cierto, qué tal su experiencia en "Splash! Famosos al agua"?

Positiva. Sobre todo, porque el programa no es mucho más que un espectáculo televisivo -Miki Nadal acumula casi 40 experiencias- en el que te pegas unos porrazos tremendos. Es una sensación algo más dolorosa que un concurso de música o de baile, pero no deja de ser una oferta de entretenimiento.

En breve estará al frente de un nuevo espacio en La Sexta; ¿qué es "Taxi"?

Un programa-concurso que voy a presentar en cuanto vuelva de Canarias -el próximo 13 de mayo- que se va a emitir al mediodía y cuyo formato ya se ha desarrollado en unos 25 países. Esperemos que tenga una buena acogida para que pueda durar en el tiempo. La intención es que "Taxi" se convierta en una sólida apuesta para la diversión, pero eso lo va a determinar la audiencia.

¿No cree que el mundo de la cultura se está debilitando mucho?

Partiendo de la base de que en estos momentos las prioridades de este país deben ser otras, no me resisto a contar que algunos quieren que la cultura se convierta en un artículo de lujo inalcanzable. El palo que le han dado a la cultura es mortal y lo peor es que no existen unas expectativas de cambio que mejoren esta situación de caos en la que nos han metido. Si la cultura siempre ha sido un generador de recursos, ahora, no puede ser considerada como un lujo para unos pocos...

¿Un país sin cultura tiene futuro?

Lo tiene difícil porque la cultura es mucho más que lo que algunos quieren transmitir... Esto no es solo una cuestión vinculada con unas ganancias económicas, pero es evidente que si antes una persona iba tres veces al año a un teatro, ahora no puede ir más que una o ninguna. Hay un ejemplo muy gráfico que sirve para explicar lo que está ocurriendo. Algunos dicen que el bar de la esquina siempre está lleno. Exacto. El de la esquina está a tope, pero cuántos han tenido que cerrar por falta de clientes. En el teatro ocurre lo mismo. Muchos se están marchando a casa porque no hay público para todos.

¿Ir a taquilla es como caminar por la cuerda floja, veinte metros por encima del suelo y sin una red que proteja al artista en el caso de que haya una caída?

Esa es una buena comparación. Un artista solo puede ir a caché o a taquilla y las dos opciones han dejado de ser buenas. El caché ya no se paga y el riesgo de ir a taquilla es que la gente tiene otras prioridades. Yo soy de los que piensa que el mundo es para los valientes, pero hay cuestiones que se acercan a lo imposible.

¿Entonces, es el momento de arriesgar?

Sí, y si una cosa te sale mal buscas otra alternativa hasta que hayas encontrado la medida exacta del proyecto que tienes entre manos.

¿No tiene la sensación de que el "filtro" de la crisis está siendo demasiado duro?

En todas las profesiones, no solo en aquellas vinculadas con las artes escénicas, que ya le digo que están bajo mínimos... Cuando se rompen las leyes de la oferta y de la demanda se producen situaciones extrañas. Los que antes trabajaban poco, ahora no trabajan, los que tenían una agenda decente, hoy cuentan con un par de oportunidades, y los que no han trabajado nunca son los que peor lo pasan porque desconocen lo que supone ese sacrificio... Es evidente que vivimos un periodo de ajustes, pero no se trata de recortar por recortar. Si antes, por ejemplo, en un lugar actuaban diez monologuistas que ahora, por lo menos, se queden dos, no que vayan los diez.

¿De sus palabras se desprende que nunca ha tenido problemas para reinventarse?

Cuando no estoy trabajando mi mayor preocupación siempre es qué tengo que hacer para volver. En ese proceso es cuando decido si me subo a un trampolín, si debo apostar por el teatro -en su hoja de servicios hay 14 proyectos en teatro-, o me atrevo con el cine. Es importante no cansarte, pero lo es más no cansar al público. Por ese motivo siempre hay que reinventarse.