Una de sus hijas acababa de venir al mundo la primera vez que pisó como artista la plaza del Cristo de La Laguna, un lugar que visita esta noche, a partir de las 21:00 horas, por decimosexto año consecutivo. Las entradas para ver el espectáculo del humorista Manolo Vieira están a la venta en la taquilla del teatro Leal, en la web de este espacio cultural lagunero y a través de generalticket.com (8 euros). "La Laguna es uno de esos lugares en los que nunca me he sentido un extraño", asegura el grancanario.

Parece que el programa de las Fiestas del Cristo de La Laguna está incompleto si en él no aparece Manolo Vieira.

(ríe antes de contestar la pregunta). La Laguna es uno de esos tres o cuatro lugares especiales; es una ciudad en la que estoy muy cómodo y en la que el alma siempre está por delante del dinero que gano en uno de mis espectáculos. La primera vez que actué allí mi camerino era un carromato y la niña tenía un par de meses; ella nació en mayo y la gala fue en septiembre.

¿Alguna vez había vivido un ciclo tan adverso como el actual?

En los años 70 y en los 90 también se vivieron días complicados, especialmente en los 70, pero esta crisis nos ha cogido a todos de sopetón y está siendo muy larga. Uno no se acostumbra nunca a ver cómo la gente lo pasa mal, pero hay una cosa que sí me gustaría decir: sobre un escenario no se percibe el momento tan crítico que vivimos. En esa hora y media que estoy cara a cara con el público mi único reto es hacer reír; es al volver al camerino o en el instante en el que me subo a un avión cuando regreso a esta realidad tan dura que estamos sufriendo todos. Son días muy difíciles y, sobre todo, tristes.

¿Se ha arrepentido por haber mantenido siempre sus raíces artísticas muy cerca de su tierra?

Yo volví en el 87 a casa porque mi tierra me tiraba mucho. Aquella decisión la tomé cuando estaba triunfando por toda la Península y en Miami... Jamás me arrepentí de ello porque había veranos en los que iba por una carretera de Castilla La Mancha y veía el mar (silencio). Yo nací condicionado por una tierra que amo con locura. No tengo nada que reprocharle a un hecho tan maravilloso.

¿Las emociones fueron mucho más pesadas que un éxito masivo?

Yo he disfrutado esos momentos de éxito con mi gente. Eso es algo que es difícil de explicar como el contenido de una pregunta que me han realizado muchas veces. Me hace gracia cuando me dicen: ¿Manolo y a ti te entienden en la Península o en Miami? Ohhh, yo no hablo indio o inglés, ¿no?

Carmelito ya tiene que tener una edad, ¿no?

Ese jodido no cumple años; está igual que siempre. ¡Ahí está con su flequillo!

¿Un buen chiste no tiene fecha de caducidad?

Tengo la suerte, porque es pura suerte y no un talento personal ni otra cuestión sobrenatural, de haber vivido unas inquietudes culturales que se dieron en los 80 que marcaron profundamente mi estilo. La historia del "Ambulatorio", que grabé en mayo del 1988, está de máxima actualidad 25 años después. Lo que trato de explicar es que yo busco viajar con mi paisaje y la realidad social del momento hasta el corazón de mi público.

Pero esa capacidad para sobrevivir al paso de los años no solo se puede explicar por una cuestión vinculada con el azar.

No... Ahí hay mucho trabajo, pero es curioso ver cómo lo que conté en el "Ambulatorio" sigue pasando dos décadas y media después. No sé si eso solo se debe a una cuestión de suerte personal o es que hay gente que lo sigue haciendo muy mal. Es muy bonito que mi obra (perdón: obra es un concepto que a mí me queda muy grande), que lo que yo he hecho no lo haya deteriorado el tiempo.

Hay gente que dice que usted es tan grande como Miguel Gila

¡Anda coño! Ja, ja, ja,.. Pero eso es mucho decir. También me llegaron a decir en los años 80 que yo era el Pepe Monagas de la época. Entonces mi respuesta fue: como se entere Pancho Guerra te destroza. Compararme con el gran Gila es una falta de respeto (y no se lo digo por usted) porque ese señor dejó huella. Miguel Gila es un ser irrepetible. ¿Usted sabe que a él lo fusilaron en la Guerra Civil, pero no lo mataron?... Lo pusieron en el paredón, dispararon contra él y los fusileros fallaron. Gila se tiró al suelo y se hizo el muerto. ¡Eso es una genialidad!

¿Cómo o por qué decidió entrar en el mundo del espectáculo?

Voy a ir a la génesis de mi vida artística. A ver si lo explico rápido. Yo era camarero en un pub en el año 1981 y el dueño me dijo que presentara a un artista que se llamaba Nicolás Caballero. Allí había una banqueta, dos micrófonos, uno para Nicolás y otra para su arpa, y empecé a hablar y a hablar... La verdad es que aquello se ha alargado un poco.

¿Qué piensa un artista cuando ve a una persona subida a la rama de un árbol para ver su espectáculo, que las entradas se agotan o que el público se ríe aunque usted aún no haya abierto su boca?

Todos los que nos dedicamos a esto (actores, cantantes de óperas, humoristas, payasos) tenemos muchos miedos, pero no los contamos nunca. Esa inseguridad te mata por dentro hasta que llega el momento de enfrentarte a las personas que esperan que salgas a un escenario.

¿Esa inseguridad no desaparece con los años?

No, aumenta... Cuando comienzas hay mucha inconsciencia y te atreves con todo, pero eso va cambiando con el paso del tiempo. Yo no sé si esta noche se va a llenar la plaza del Cristo, pero tengo que salir ahí fuera y pum, pum, pum... El miedo escénico inicial se acaba transformando en un "me tiene que salir bien porque lo digo yo". Ese siempre es mi único reto.