Tres películas en cuarenta años han bastado para situar a Víctor Erice entre los imprescindibles de la cinematografía española de todos los tiempos, sin más bagaje que la fuerza de la razón para poner el cine al servicio de la vida y el conocimiento, como instrumento de lucha y reflexión.

Esas premisas, que ya destiló en sus trascendentales "El espíritu de la colmena" (1972), "El sur" (1982) y "El sol del membrillo" (1992), gravitan ahora sobre el documental "Ventanas rotas", su último trabajo, que ha sido estrenado hoy en España dentro de la 58 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

Forma parte de un mosaico fílmico presentado fuera de concurso con el título "Centro histórico" y que completan los episodios del finés Aki Kaurismaki y de los portugueses Pedro Costa y Manoel de Oliveira, que pasa por ser, a sus 104 años de edad, el cineasta en activo más veterano del mundo.

Todos ellos fueron convocados por la ciudad portuguesa de Guimaraes, con motivo de su condición de Capital Cultural Europea en 2012, para reflexionar sobre la memoria, actualidad y porvenir de esta histórica urbe, cuna del primer rey de Portugal y de la nación vecina.

Con un presupuesto cerrado, sin ideas preconcebidas y "muy atento a lo que podría descubrir en el camino", afrontó esta propuesta junto a tres compañeros y amigos, también para satisfacer su deseo de rodar en Portugal, un país que conoce, ama y cuyo cine "es, sin duda, uno de los más importantes de Europa", ha sostenido esta mañana durante una rueda de prensa.

Fiel a su estilo, sin más guía que su talento e instinto, Erice ha elegido el género del documental para expresar en imágenes su versión sobre los tiempos que corren, presos de un capitalismo abandonado a la especulación y materializados en el cierre de empresas y la transformación del paisaje urbano, social y laboral.

"Ventanas rotas" simboliza en su título el cierre y abandono, después de más de un siglo de vida en Guimaraes, de la que en tiempos fue la empresa textil más importante de Portugal y la segunda de Europa, así como su traslado a otro territorio donde la mano de obra es más barata.

"La obligación de un cineasta es la de mirar desde otro punto de vista o de reflejar lo que no aparece a primera vista", ha añadido respecto a la forma en que afrontó su participación en este proyecto, a través de las reflexiones de los antiguos obreros a los que descubrió en un café "mirando la lluvia a través de los cristales".

El paisaje abandonado de la fábrica textil, cerrada en 2002 y que llegó a tener más de dos mil empleados, le conmovió hasta el punto de compararlo con "un Titanic hundido".

Recurre a los testimonios para formular una denuncia, para dar cuenta de lo que ocurre y advertir de las posibles consecuencias de esta deriva, eso sí, premeditadamente "alejado del reportaje televisivo" propio de este tipo de formatos, ya que en principio no es partidario de "manipular" las declaraciones de los protagonistas aun siendo extensas.

Sin embargo, los tres compañeros de Víctor Erice (Carranza, Vizcaya, 1940) han recurrido a la ficción para transmitir sus sensaciones sobre Guimaraes, un dependiente que mira la vida pasar desde su mostrador ("El Tabernero"), en el caso de Aki Kaurismaki.

En "Dulce exorcista", Pedro Costa ha filmado un viaje en ascensor donde coinciden dos viajeros: un emigrante de Cabo Verde y un soldado portugués, para reflejar el pasado colonial del país, mientras que el decano De Oliveira relata la peripecia de un turista atrapado por el peso del pasado ("El conquistador conquistado").