Para el visitante modesto e interesado por la gastronomía criolla hay muchas opciones. Se puede comer por la calle, por un par de monedas, un bocadillo de pata de cochino, una ración de arroz frito parecido al chino o un perrito. Eso para el viajero curioso, ahorrativo y valiente.

Cerca de algunos barrios existen pequeños reductos que el gobierno ha otorgado a amas de casa, probablemente con conexiones, para funcionar como restaurantes. A estos sitios los llaman "Las paladares". Según cuentan, deben su nombre a una telenovela brasilera donde una mujer sin recursos hacía mucho dinero con esta idea.

Las características principales son que tienen muy pocas mesas, unas cinco o seis, cocinan sus propias dueñas y en algunos casos las esperas son un poco largas.

Pero, sin lugar a dudas, la comida es buenísima y las raciones super- abundantes. Tanto, que cuando me trajeron lo que había ordenado pensé que se trataba de un error.

Había, tan sólo en mi plato, comida para todos los que estábamos en la mesa.

Yo creo que un pueblo tan castigado como el cubano, cuando sale a comer fuera, es decir, casi nunca, quiere sentirse como un rey, y la abundancia muchas veces logra confundir esa necesidad.

"Las paladares" a las que íbamos eran las que estaban cerca de la casa en la que vivíamos. En nuestro barrio había por lo menos unas cuatro. En casi todas sirven lo mismo, varias preparaciones, todas bastante parecidas y casi todas con cerdo.

Básicamente lo que cambia es el nombre?Lo importante es que se paga en moneda nacional, por lo que allí estarán los locales y los locales que emigraron y están de visita.

Una noche llegamos a una y nos comunicaron que había, por lo menos, treinta minutos de espera. A medida que pasaba el tiempo comenzamos a ver cómo una mesa se "ponía brava". Los comensales, cansados, dijeron que se marchaban, ya que hacía una hora que esperaban la comida. Salió la dueña, les dijo que los platos ya estaban por salir.

Nosotros, "mutis por el foro". Ellos se levantaron y se fueron. Nosotros nos sentamos e inmediatamente vimos desfilar todos los manjares que nos sirvieron.

A mi parecer es de lo más auténtico que uno puede saborear como turista. Hay muchas reconocidas en La Habana, la más famosa probablemente sea La Guarida, donde comió la Reina Sofía y se filmó "Fresa y Chocolate".

La semana que viene nos iremos de copas con Hemingway al Floridita y a La Bodeguita del medio. ¡Hasta entonces!

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Rosario Díaz Araujo