Una nueva especie ha nacido: el cocinero nómada, versátil y valiente, rompe las ataduras con el restaurante matriz para trabajar bajo demanda particular y selecta en distintos lugares del mundo. Son los "freelance" de los fogones.

Fuera rutina. Para estos chefs, cada día y cada menú son una aventura en la que pueden elegir cómo proceder y cuándo descansar sin renunciar a su gran pasión: la adrenalina de la cocina.

La filosofía, claro está, es que el alma de la cocina es su chef. Pedro Monge y Carl Borg son dos representantes de esta corriente culinaria en España.

Idear una comida privada para Hillary Clinton, diseñar dietas para deportistas de élite, preparar un catering para 1.500 personas en pleno desierto, asesorar a restaurantes establecidos o ser chef de emergencia para una cocina huérfana son sólo algunas de las misiones que estos cocineros

En el marco de la conferencia "Cocineros nómadas (private kitchens, soluciones imaginativas, caterings insólitos)", los gastrónomos han indicado que las armas imprescindibles para esta autonomía culinaria son la imaginación y la capacidad resolutiva que permiten adaptarse a cualquier circunstancia.

Carl Borg conoció el éxito en su restaurante de Menorca, Andaira, y decidió ampliar la experiencia a Barcelona, que fue un naufragio en términos económicos.

Mientras vivía la "pesadilla" de intentar salvar su negocio y el posterior cierre del mismo, se le ocurrió la idea de "cocinero sin restaurante", un proyecto que ha denominado Micenplace.

Sin ataduras

Borg estaba decidido a no seguir con la esclavitud de dos servicios diarios, a no sufrir la presión económica, a no gestionar empleados y a no tener horarios.

A través de Micenplace lleva a cabo consultoría y asesoría especializada, da clases de cocina, diseña desayunos de empresa, colabora con algunos restaurantes, hace de "chef de emergencia" y ejerce la "gastronomía privada" con la condición de que sólo tenga que servir una mesa con un máximo de 12 comensales.

Incluso ha colaborado en el diseño de un videoclip que se desarrollaba en una cocina. Es una suerte de cocinero para todo.

Para Pedro Monge, es habitual coger un avión con el que cruzar el mundo para elaborar una comida ex profeso para un determinado cliente: "Vendemos lujo y tenemos que estar atentos a todo".

El profesional considera que su forma de vida es un "reto permanente" en el que la ley de Murphy es una constante pero en el que cualquier dificultad tiene solución: incluso cocinar en el desierto para 1.500 personas con bombonas de camping gas.

Ases de la improvisación

Monge ha sostenido que debe estar preparado para todo y que sólo viaja con una idea en la cabeza, el resto lo determina la despensa de la cocina de destino.

El cocinero indicó que siempre cocina con alimentos que respeten las alergias y prepara platos sanos y "comprensibles" para los paladares de los comensales. Uno de sus principales secretos es observarlos para pronosticar si debe cambiar sobre la marcha el planteamiento gastronómico ideado.

Monge no sólo se dedica a la cocina privada -grandes personalidades han disfrutado de sus platos-, también asesora a restaurantes que quieran cambiar sus cartas, pero siempre "adaptándose al medio" y teniendo en cuenta el gusto de los clientes.

No lo dude, ponga un cocinero nómada en su vida... Si puede permitírselo.