CUANDO NOS DECIDIMOS como consumidores a comprar una botella de vino la elección no resulta una tarea fácil. En un principio sometemos el producto a una detallada observación. Existe una oferta amplísima, con botellas de mil formas e imágenes y estilos muy diferentes. La primera mirada se dirige inevitablemente a la etiqueta, esperando que los datos expuestos permitan realizar la elección acertada. Encontramos de todo; desde las más sobrias a las más llamativas en cuanto a colores y formas. Es importante guiarnos por las etiquetas prácticas, las que nos ofrecen el máximo de información.

En la etiqueta debe figurar:

a) Nombre del vino

b) Procedencia. Su origen geográfico, ya sea el de una denominación de origen, una región vitícola o una comarca determinada, esto nos aportará una información añadida en cuanto a clima, suelo, variedades, técnicas de elaboración, etc.

c) Bodega elaboradora. Nombre de la entidad elaboradora y municipio de su ubicación.

d) El año de elaboración es una mención voluntaria.

e) Variedades de uva. Es un dato interesante encontrar la variedad o variedades de uva con la que está elaborado el vino, ya que nos permitirá relacionar las características particulares de cada vinífera.

f) Tipo de vino. Se hará constar si es tinto, rosado, blanco, maceración carbónica, clarete, blanco fermentado en barrica, cava, espumoso, tinto envejecido en madera, dulce... etc.

g) Grado alcohólico. Se trata de una mención obligatoria en las etiquetas de vino.

h) Contenido. También resulta un dato impuesto a mencionar, normalmente en centilitros o mililitros.

i) Número de registro de embotellado.

j) Lote al que pertenece la muestra, con el fin de llevar una trazabilidad organizada.

Algunas contraetiquetas realizan una descripción mucho más amplia del producto, haciendo referencia a la historia del vino o sus viñas, métodos empleados para su elaboración y envejecimiento, temperaturas ideales de servicio e incluso las recetas más apropiadas para armonizarlo.

Por supuesto, existe una reglamentación en el uso de las indicaciones relativas a la calidad, edad y crianza de los vinos del 1 de Agosto de 1979 (B.O.E.), con ella se pretende prohibir toda indicación o símbolo que pueda inducir a confusión al consumidor. Aún así, no les garantizo que sea una decisión fácil.

¡Salud!