AUNQUE LAS TRADICIONES gastronómicas navideñas cambian cíclicamente, ya hace algunos años que la gente parece considerar imprescindible en sus menús navideños el marisco, lo que, dicho así sin matices, asociamos a un precio excesivo, cuando la verdad es que hay marisco para todos los bolsillos.

El problema suele venir cuando le ponemos apellido, cuando especificamos su origen. No es lo mismo decir "gamba" que decir "gamba blanca de Huelva" o "gamba roja de Denia"; para nada es igual mencionar una cigala que concretar que es "de Marín", o que unas almejas son "de Carril", unas ostras "de Cambados", y así. El pedigrí, el árbol genealógico, se paga aparte; también es cierto que suele ser garantía de calidad.

En lo referente a Nochevieja, lo de tirar la casa por la ventana es costumbre que aún se practica en la noche de San Silvestre.

En la Campania, Calabria o Sicilia se arrojan a la calle trastos viejos a la vez que se despide el año con lentejas. Lentejas con "zampone" o "cotechino", dos considerabilísimos embutidos.

Por aquí, las lentejas tampoco parecen tener glamour. Mal visto. Yo pienso abrir mi cena de Fin de Año con un bol de lentejas ilustradas con una "royale" (un flan, para entendernos) de "foie-gras", una combinación deliciosa.

Ya he dicho que no estoy de acuerdo con la opinión de los cocineros de vanguardia de que todos los ingredientes son iguales. Para nada lo creo.

Pero sí que creo que con cualquier ingrediente, siempre que sea de calidad, se pueden lograr cosas muy interesantes, a poca ciencia y poco (mejor mucho) cariño que se ponga en su elaboración. El problema es que con algunos productos hay que pensar más que con otros, pero suele valer la pena.

Lo que no entiendo es por qué los cocineros más mediáticos guardan para publicar estos días las recetas más cutres de su repertorio. Una cosa económica no tiene por qué ser cutre; uno piensa que si nos aconsejan este tipo de cosas para las comidas festivas por excelencia, en enero nos dirán que volvamos a comer boniatos y algarrobas.

No les hagan ni caso. Despidan el año como se merece, o sea, con alivio de que se vaya de una vez el 2011, y tiren la casa por la ventana si es su gusto. Como decía Scarlett O''Hara al final de "Lo que el viento se llevó"... mañana será otro día.