A pesar de que Francia no está en la agenda de los Reyes Magos, que tradicionalmente le dejan la tarea de repartir los regalos de Navidad a Papá Noel, los pasteleros sí que celebran la gran noche de Melchor, Gaspar y Baltasar con la llamada "galette des rois".

El equivalente galo del tradicional roscón o rosca de Reyes de la mayoría de los países de habla hispana, generalmente es una pasta hojaldrada de almendras de forma redonda y plana que se dora al horno y se sirve acompañada de una corona de papel.

La costumbre dicta que el más joven del grupo que se reúne a comer el bollo debe situarse debajo de la mesa, mientras el más mayor corta el pastel. A ciegas, el joven designará inocentemente quién recibe cada porción de la "galette", en la que se esconde una pequeña figurita.

Quien reciba el trozo de "galette" con la sorpresa se ganará el derecho a colocarse la corona y ser rey por un día, aunque la contrapartida es que deberá convidar al próximo pastel.

Cuentan que el propio Luis XIV, de niño, se ilusionaba con encontrar la sorpresa de la "galette" para "ser rey dos veces".

Entonces, en lugar de las modernas figuritas de plástico o de cerámica, el bollo incluía un haba seca, que simbolizaba la sabiduría de los secretos de la vida. Otros prefieren pensar que, simplemente, trae buena suerte.

También el nombre del monarca francés Francisco I está ligado a la historia del bollo. En 1521, compartiendo una "galette" con el conde de Saint-Pol, éste último se encontró con el haba y fue designado rey, siguiendo la tradición pastelera.

La broma llevó al soberano y al conde a enzarzarse en una pelea con bolas de nieve y huevos que terminó con un real tartazo en el rostro del monarca.

Aunque la celebración de la Epifanía va unida a la bíblica visita de los Reyes Magos de Oriente al niño Jesús para ofrecerle oro, incienso y mirra, el roscón es una costumbre de origen pagano que data de tiempos el Imperio Romano.

Desde entonces, el bollo ha evolucionado y cambiado de forma. Aunque la más común, y la que se vende en París, es una tarta plana y pesada, según la región los pasteleros emplean diferentes recetas como las llamadas bretonas, de Suiza, de Madrid, bordelesa, normanda...

Esa variante, que en las últimas décadas ha conquistado las pastelerías, también se conoce como "franchipán", y su receta a base de pasta de almendra se remonta al siglo XVI, cuando Caterina de Médicis, segunda esposa de Enrique II, obtuvo la fórmula del conde de Frangipani como regalo de bodas, dice la leyenda repostera.

Aunque lo habitual es comprar la "galette des rois" en la pastelería, corona de papel incluida, también hay quien se anima a elaborarla en casa. Eso sí, pocos son los que se atreven a elaborar el hojaldre, que se puede comprar ya preparado en el supermercado a precios asequibles.

Se debe colocar la pasta de hojaldre en un molde de tarta y pinchar la base con un tenedor. Después se mezclan en un recipiente el resto de ingredientes (100 gramos de polvo de almendras, 75 gramos de azúcar 1 huevo, 50 gramos de mantequilla y algunas gotas de extracto de almendra amarga).

Después se vierte el contenido en el molde, se introduce el haba en uno de los lados, se coloca otra capa de hojaldre a modo de tapadera y se fijan las juntas.

Como decoración, se suelen dibujar figuras geométricas en la cubierta con un cuchillo, aprovechando para perforar ligeramente la tapa para que la "galette" no se hinche, y se pincela después con yema de huevo diluida en agua.

A continuación se introduce unos 30 minutos en el horno a 220 grados y se sirve a temperatura ambiente. Si el proceso resulta demasiado complicado, siempre se puede recurrir a la pastelería, donde la "galette des rois" para cuatro comensales tiene un precio de unos 15 euros (unos 19 dólares).