LA HISTORIA del vidrio. Desde el siglo IV a.C., los egipcios dominaban el arte de la fabricación del vidrio. Con la llegada de los fenicios, dichas técnicas extendieron a todas las regiones del mediterráneo. Las posibilidades de obtener la forma deseada mediante el soplado, cortado, curvado y pulido, así como la aplicación del coloreado, hizo que al arte de hacer vidrio, alcanzara una enorme importancia en la Antigua Roma.

En cuanto al uso del vidrio para la conservación del vino, cabe decir, que en la época clásica, griegos y romanos almacenaban el vino en recipientes de madera, barro o piel animal, ya que los envases de la época, eran aptos para el servicio pero no para su conservación.

En torno a 1662, Sir Kene Digby, representante de la corte inglesa, fue el responsable de la primera botella tubular de hombros caídos y cuello largo, teniendo además forma cilíndrica para su almacenamiento en posición horizontal, con un anillo en la parte superior que permitiría atar con una cuerda el tapón, en ese entonces todavía de madera.

Denominada entonces por los franceses, botella "bordelaise", ya que la utilizaron para exportar sus claretes a partir de 1707.

Con la llegada del corcho, quedarían atrás los primeros tapones de cristal, ajustados a la botella con aceite y polvo de esmerilar, también los de madera, algo más flexibles, dando paso a los tapones procedentes del alcornoque, asegurando la conservación del vino, sin perder sus propiedades.

Los elementos básicos para la fabricación del vidrio son; arena de cuarzo 70 %, carbonato de sodio 15% que permite rebajar la temperatura de fundición, calcio quemado 10% capaz de evitar que el vidrio cristalice al enfriarse y el 5% restante, se trata de una mezcla de arcilla, magnesio y óxido de hierro. Esta composición, se introduce en un horno a unos 1550 ºC para su fusión. La masa líquida, fluye hasta las máquinas de moldear, obteniendo una serie continuada de masa de vidrio, que es cortada y soplada con aire comprimido, formándose en la masa compacta una cavidad hueca, posteriormente, se trasladan al molde definitivo, donde se inyecta aire nuevamente.

¡Salud!

*Enólogo de Bodega Tajinaste