Sostiene Celestino Hernández, a quien todos en El Hierro conocen con el diminutivo de Tino, que tiene la referencia de que tiempo ha "un abuelo" suyo, al que le decían José Panchillo, se dedicaba a trabajar la tierra y, entre tanto, amorosaba la viña. De ahí entiende, y lo afirma casi con un hilo de voz, que puede entroncarse su vinculación con estas tierras marcadas por valles y laderas, señalada por acusadas pendientes, por donde se extienden las cepas de varietales como la verijadiego, listán o baboso negro.

El suelo es arenoso y pedregoso y en algunos lugares descansan extensos mantos de cenizas volcánicas. El hecho es que el cultivo en la zona de Los Lomos, en buena medida de forma irregular, es difícil y laborioso, que las plantas hay que levantarlas con horquetas para que los racimos no toquen el suelo y que muchas veces la naturaleza hasta se llega a mostrar desagradecida, a pesar de tanto sudor y esfuerzo.

Con todo la variedad verijadiego es la que capitaliza la mayor parte de las hectáreas de una explotación que es fruto del trabajo de Tino Hernández, cuyos racimos se extienden desde los 250 metros sobre el nivel del mar hasta la cúspide de los mil. Y tres son los vinos fruto de la bodega Los Lomos, a saber, blanco, tinto normal y tinto selección, pasado por barrica.

La uva verijadiego, considerada como una variedad autóctona de la isla de El Hierro, está señalada para producir vinos de calidad y, a juicio de Tino Hernández, "proporciona grados y una acidez bastante fuerte, razón por la que hay que controlarlo". Se trata, sin duda, de vinos con carácter y una personalidad muy definida. En boca son expresivos, bien estructurados y complejos con una marcada acidez.

Los blancos que brotan en estas tierras son apacibles y tranquilos. Se trata de vinos ligeros y de baja graduación alcohólica, muy fáciles de digerir e ideales para acompañar pescados o mariscos.

Mientras le arrebata a la barrica el suspiro de un tinto que aún se está haciendo, Tino Hernández comenta que, de cara a la próxima cosecha, la poda se ha hecho sobre lo corto. Como cualquiera del resto de viticultores, para entonces aguardaba los primeros brotes y la llegada de las lluvias.