Representando fielmente la trilogía suelo, variedad y elaboración, esta bodega transmite un compendio de gran personalidad.

EL DÍA, Santa Cruz de Tenerife

Fue Domingo Farráis quien, con los ahorros que trajo de Cuba, compró una finca en el pago de La Perdoma que fue origen de la bodega donde junto a su mujer, Candelaria Lorenzo "La Marrera", se aplicaron en elaborar vinos a granel. En 1977, su hija Cecilia "Chila" Farráis recibía las suertes en herencia y en adelante, en compañía de Agustín, su marido, se han entregado a la tierra acumulando vendimias, experiencias y evolucionando desde las centenarias cepas de listán negro y blanco hechos graneles, a los depósitos de acero inoxidable y las modernas técnicas de vinificación.

A partir de esa raíz, el relevo generacional y otro impulso llegan con la savia nueva del enólogo Agustín García Farráis, quien desde hace años trabaja en el cultivo de variedades autóctonas en cordón Royat, que muy pronto darán fruto a más proyectos; la investigación, como el caso del estudio de las levaduras; la experimentación con varietales en viveros propios y una decidida apuesta por el alumbramiento de vinos ecológicos.

Las tres hectáreas de viñedos propios, que se sitúan desde los 300 y hasta los 500 metros de altura en el regazo del valle de La Orotava, donde la uva alcanza un óptimo punto de maduración, se dividen entre los dispuestos en moderna espaldera de poda en doble cordón, de la zona de Las Toscas, que brotan junto a una construcción que fue un antiguo secadero de tabaco, a la sombra de una orgullosa araucaria, donde se encuentra una cuidada sala de catas y conferencias. A ello se suman las uvas de la finca La Ratiña y La Haza, acomodadas en cordón múltiple trenzado, una recia tradición y un sistema único en el mundo que anuda sus sentimientos en el valle y toma su nombre por el escorzo de las maderas viejas que, a medida que crece la viña, se entrelazan unas con otras.

Representando fielmente la trilogía suelo, variedad y elaboración esta bodega ha logrado transmitir un compendio de sensaciones características que otorgan gran personalidad a sus vinificaciones. El resultado se encierra en Tajinaste blanco seco (con 2 meses en barrica nueva de roble) y Tajinaste blanco afrutado, productos de la listán blanco; Tajinaste maceración carbónica, Tajinaste tinto tradicional (un 20% del vino envejece durante varios meses en barrica de roble), Tajinaste 4 meses en barrica (dos meses en barrica nueva de roble francés, para finalizar su crianza en roble americano de dos y tres años) y Tajinaste vendimia seleccionada, con la listán negro.

El niño bonito de Agustín García Farráis se llama CAN, un tinto extraído de la listán negro, procedente de viñas viejas, y vijariego negro, con nueve meses en barrica nueva de roble francés.

En Tajinaste se siente el ciclo de unas vidas acordonadas al tiempo de los viñedos.