Unos 130.000 litros se han utilizado hoy como munición en la Batalla del Vino de Haro (La Rioja), que aspira a ser declarada de Interés Turístico Internacional en 2016 y que ha congregado a unas 10.000 personas, quienes han regado de vino los riscos de Bilibio, donde se celebra esta insólita tradición.

Un año más, con motivo de la festividad de San Pedro, Haro ha revivido la Batalla del Vino, que se ha convertido en una cita inexcusable para vecinos de esta localidad y de pueblos y regiones limítrofes, pero también para numerosos turistas.

Así lo ha explicado la alcaldesa de Haro, Laura Rivado, quien ha dicho que las altas temperaturas han permitido que los "guerreros" haya disfrutado de la "batalla", en la que se han utilizado armas tan diversas como sulfatadoras, botas y porrones, además del brick grande de plástico.

Este año ha habido algo menos de personas que el pasado año porque la Batalla del Vino ha coincidido en día laboral y hay muchas de municipios de alrededor y jarreros que no han podido acudir porque trabajan fuera, aunque se ha hecho muy visible la presencia de turistas.

El Ayuntamiento de Haro ha repartido casi 3.000 litros de vino, a los que se han unido los cerca de 127.000 aportados por los más de 10.000 romeros, en esta insólita "batalla", que ya es Fiesta de Interés Turístico Nacional y que aspira a lograr el título de internacional en 2016.

Esta actividad conmemora una vieja costumbre, en la que las autoridades y los miembros de la Cofradía de San Felices colocan el pendón de la ciudad de Haro para dejar claro que los riscos de Bilibio es un estratégico lugar que pertenece a los jarreros.

Los pleitos entre los vecinos de Haro y los de la vecina ciudad de Miranda de Ebro (Burgos) por la posesión de los riscos es el origen de esta tradición.

La historia cuenta que, según una sentencia del Reino de Castilla de 1290, Haro tenía que reivindicar los riscos de Bilibio cada 29 de junio, festividad de San Pedro, ya que, de no hacerlo, pasaría a posesión de Miranda de Ebro.

Los romeros que acudían a cumplir con el rito, a finales de los años cuarenta del siglo pasado, iniciaron, como diversión, los primeros escarceos de tirarse vino para terminar en toda una "batalla".