Los amantes del buen yantar tienen marcado en rojo el 29 de septiembre, jornada que coincide con el Día Mundial de la Tapa, ese bocado patrio de alta cocina que será homenajeado en Madrid durante dos semanas en 37 establecimientos diferentes con motivo de la ruta gastronómica Devoratapas.

Todo el mundo sabe lo que son las tapas, también que en torno a ellas y unas cervezas se han contado grandes historias, pero son muy pocos los que saben definirlas con precisión, algo que, incluso, cues-ta a los profesionales. "Es el gran dilema de siempre", explica Txema Larrañaga, propietario del restaurante Txirimiri, uno de los establecimientos participantes en esta ruta que discurrirá por los distritos de Salamanca y Retiro y que ofrece el binomio tapa y botellín por 3 euros.

Larrañaga tiene perfectamente dominada la técnica para elaborar una buena tapa -o pintxo, "como se dice en Donosti", subraya-, pero al entrar en el terreno semántico la misión se vuelve más complicada que entre fogones.

"Para mí la tapa cada vez tiende más hacia un platito de alta cocina en miniatura, más que el pincho de antes con pan", explica Larrañaga, quien el día 29 acogerá en su restaurante el acto inaugural de la edición otoñal de Devoratapas, evento que se extenderá hasta el próximo 12 de octubre.

Una visión muy similar sobre lo que debe ser una buena tapa la tiene Carlos Casado, propietario del restaurante Ciento y Pico, donde tampoco faltarán a su cita con las tapas en su día más especial.

"Es la demostración de la cocina en pequeñas porciones, no sé si la cocina avanzada o moderna, pero en pequeño", suscribe Casado, para quien la clave de una buena tapa está en que permita al comensal "probar varias cosas sin salir a cuatro patas del local", comenta el hostelero.

Y si difícil es definir uno de estos bocados, más difícil es convencer con ellos, puesto que el chef tiene que demostrar todas sus cualidades en mucho menos espacio que si de un plato tradicional se tratara, de esos que se comen sentados y alrededor de una mesa en lugar de sobre la barra. "Es más complicado porque con muy poco espacio tienes que decir muchas cosas", reconoce Casado.