Ahí está dispuesto para atenderme y así lo demuestra siempre, desde hace años. El enorme chef (en corazón y simpatía) -que suma una decena de estrellas- me atendió expresamente entre la vorágine de su agenda de trabajo en el restaurante MB (dos estrellas Michelín), al que ahora se suma Txoco, otro planteamiento gastronómico que también tiene como enclave el hotel Abama de Guía de Isora.

A pesar del lógico ajetreo junto a su chef ejecutivo Erlantz Gorostiza y todo el equipo, Martín busca el momento y conversamos con tranquilidad. "Orígenes (El Bodegón de Alejandro de su familia y donde se crió), universalidad, amigos, 41 años como cocinero, como viajero,...".

Con esos "tags", podríamos decir, me respondió a la pregunta sobre sus sensaciones con la apertura de ese Txoco, que tanto significa para el cocinero de Lasarte. "Digamos que esta forma casual de pasarlo pipa con la cocina en locales pequeños, encantadores y donde se forja la amistad, es otra apuesta diferente a la vanguardia que hemos perseguido en el MB estos años", afirma.

Cuando Berasategui habla de una carta con ostra viva en distintas presentaciones, tartares (crudos y ahumados), ceviche de pescado blanco del litoral tinerfeño... de embutidos, quesos, ensaladilla con ventresca... no sólo se recrea en la intensidad culinaria que pretende para este flamante proyecto sino que también piensa en agradecimiento. "En todos mis viajes inolvidables guardo un sentimiento especial por Tenerife y Canarias; solo puedo estar maravillado de la acogida que he tenido siempre aquí y yo ese sentimiento lo transmito sintiéndome canario también".

Así que este chef que reúne en varios conceptos una decena de estrellas Michelín insiste en que este Txoco aglutina aderezos propios y del equipo "que no tiene límites en la superación". "Cuando la propiedad del complejo hotelero me planteó esta posibilidad pensé en un lugar que vinculara origen, experiencia de muchos años de singladura; una especie de bodegón que muestre la autenticidad culinaria de forma tranquila, educada, culta,...".

Croquetas de calamar, de hongos; gazpachos, mejillones con cilantro, pescados, piezas cárnicas fabulosas (pluma, carrillera,...) con salsas y guarniciones a elección de los comensales. Martín Berasategui me dice que hay en este Txoco ese punto del chef inconformista, ávido de experiencias que ahora derrocha después de 41 años de oficio en los fogones y que quiere volver a sorprender.

Pasamos, de momento, a una realidad que no deja de coger fuerza como es la gastronomía turística y la ligada a los complejos hoteleros, y que precisamente va a disfrutar de un Congreso de gran alcance duran te el mes de septiembre como es Culinaria Tenerife 2016. Será en Adeje, del 21 al 23 de septiembre.

Berasategui es tajante: "España ha conseguido una realidad con la que ni soñábamos y parte de esa potencia procede de las Islas, que son, por naturaleza, exponentes de la innovación y templos de la materia prima".

"Considero -prosigue el cocinero- que en Tenerife son cada vez mejores los ejemplos de una restauración de la que hay que sentirse orgullosos; yo me siento así, como un canario más y observo pasión e ilusión cada vez que vengo aquí. Que esta tierra no caiga en la pereza de seguir exponiendo una gastronomía que para sí quisieran muchos en el mundo".

De congreso a congreso. De Culinaria de septiembre a San Sebastián Gastronómica pocos días después, en octubre. ¿Hay recetas razonables del éxito de Euskadi y la capital donostiarra como destino gastronómico que se puedan extrapolar a Canarias?

Martín Berasategui tiene una respuesta inmediata. "San Sebastián es la capital gastronómica del mundo porque remamos todos en el mismo sentido. Con el congreso, por ejemplo, volvemos a regar la huerta para que salgan con fuerza los frutos de una labor continuada, de muchos años, de ilusión,... y es así que vamos recogiendo éxitos y regenerándonos".

"No solo para Canarias sino también para cualquier otra tierra que quiera exponer su especificidad de recetarios y producto a los que la visitan, lo importante es ser auténticos", apostilla el jefe de cocina vasco.

Volvemos al Txoco. La decoración ha seguido el espíritu de estos espacios con encanto, donde la madera de nogal adquiere una especial relevancia visual. La bodega, rodeada de cristal, se transforma en un lugar destacable y visible donde se puede apreciar toda la variedad de vinos que acompañan a cada una de las especialidades culinarias.

Nos cuenta Berasategui que "es de buena boca" y que le gusta todo en general, por lo que eso se traslada necesariamente a la carta. Cuando sale con su cuadrilla se deja siempre aconsejar por la gente del restaurante, tanto por si es la especialidad de la casa o porque los productos que tiene son de temporada.

"Que me sugieran es importante para decidir pero tanto me encanta una sopa de castañas, como unas kokotxas en salsa verde, como una lubina con percebes, unos chipirones en su tinta o un revuelto de setas".

La mano del cocinero

Martín Berasategui y su chef y mano derecha, Erlantz Gorostiza, junto a un equipo comprometido de cocina y sala, selecciona una extensa variedad de platos colmados de sabiduría y excelentes ingredientes, productos de mar, verduras frescas, carne gallega lista para la brasa para luego elegir salsas (vino tinto, pimienta verde, chimichurri... Cabe destacar las carrilleras estofadas que tanto la madre como la tía de Martín han realizado en infinidad de ocasiones y que el chef, en esta ocasión, las convertirá platos actualizados donde el auténtico sabor tradicional de cocina casera enriquecerá el recuerdo de todos los comensales.

El matiz hogareño

"En casa -detalla Martín - también me apetece lo que en ese momento me pide el cuerpo. Suelo darme caminatas por el monte y cuando regreso podría comerme un buey. Además de platos del día a día, si me entra el antojo me encanta un pichón asado a las brasas, un conejo de monte, una zamburiñas,...". En la línea dulce, se deja llevar por esas reinas de la cocina vasca, que hacen de la mesa y mantel un rato encantador. "De eso disfruto mucho con los amigos; para brindar, nada como el txacolí de mi gran hermano Karlos Arguiñano, un hombre experto en hacernos felices y un dechado de amabilidad y capacidad cuando se trata de dar cariño a los demás".