"Se puede no comer, no se puede comer mal", sostenía Dalí, que a los 6 años soñaba con ser cocinero. Se decantó por la pintura y combinó ambas pasiones en "Les dîners de Gala", un delicioso libro de gastronomía surrealista que se publicó en francés en 1973 y que llega ahora en español.

La obra, publicada por Taschen, recoge 136 recetas, la mayoría de las cuales utilizaban Dalí y Gala en las opulentas cenas que organizaban, mientras que otras fueron cedidas por los restaurantes más prestigiosos de la época en Francia y entre los favoritos de la pareja: Lasserre, Maxim''s, La Tour d''Argent y Le Buffet de la Gare de Lyon.

El pintor de Figueras (Girona) se volcó en este "Les dîners de Gala", cuyas recetas ilustró. Dibujos de platos imposibles, otros que rezuman erotismo -gula y lujuria son los dos pecados más carnales-, varios de banquetes antropófagos y algunos que homenajean a "El jardín de las delicias" del Bosco, cuyas escenas sirven también para abrir cada uno de los doce capítulos en que se divide.

Dalí creó además para esta edición doce litografías, que han protagonizado incluso exposiciones, aplicando su surrealista mirada a la gastronomía.

Pero también escribió extravagantes reflexiones sobre la comida: "Nuestras mandíbulas constituyen la herramienta más eficaz del pensamiento filosófico" o "Tan sólo me gusta comer aquello que tiene una forma clara y comprensible para la inteligencia. Si detesto ingerir esas horrendas y degradantes hortalizas llamadas espinacas es porque son informes, al igual que la libertad".

En cambio, le entusiasmaban los crustáceos, a los que dedica un capítulo e ilustraciones como la de la monumental pirámide de cangrejos de río con hierbas vikingas, una de las recetas de La Tour d''Argent.

Entremeses "elefantásticos", platos exóticos y afrodisíacos (que agrupa bajo el título ''Je mange Gala'' (como a Gala), huevos, caza, ranas y caracoles, aves, pescados y marisco, cerdo, vegetales son los protagonistas comestibles de esta obra, con la que pretendía "transformar el arte de comer en éxtasis holográfico".

Al fusionar gastronomía y pintura, Dalí acuñó el término "gastroestética", con el que definía los puntos en común entre dos disciplinas "combinatorias", porque mientras que la primera combina color, sabor y olor, la segunda mezcla los colores.

El huevo, el pan y el queso aparecen en buena parte de las ilustraciones, ya que fueron los tres alimentos más simbólicos en la pintura daliniana, como en "La persistencia de la memoria" (1931), uno de sus cuadros más icónicos.

También hay espacio para la fotografía en "Les dîners de Gala", que remiten a un tiempo de presentaciones barroquísimas de los platos y mesas profusamente decoradas, algo a lo que puso fin la revolución de la cocina española.

Aunque las recetas remiten a la vieja escuela de la gastronomía mundial, todas son ejecutables en casa si se tiene buena mano en la cocina y una despensa surtida, lo que permitirá disfrutar de platos voluptuosos como el congrio del sol naciente, huevos de codorniz con perlas de Bandar Pahlavi, crema de ranas o espalda de cordero del Bajá.

Y es que el propio genio catalán presumía de no sentir emoción ante nada, pero cuando le presentaban con un nombre sugerente y descripciones atractivas un plato era capaz de sentir "un goce gastronómico inigualable".

No obstante y, como buena parte de su obra, este libro, del que sólo se publicó un millar de ejemplares y en francés en 1973, es un homenaje a Gala, su musa, para quien creó "las cenas de gala con Gala", recetas y pinturas. Gala, siempre Gala.