Punto de encuentro, el Atlántico, en las inmediaciones de la plaza de España. Más que una entrevista, una conversación afable en la que brotó un caudal de vivencias de un Santa Cruz y un Tenerife de antaño entrañables en los que Aurelio López contribuyó con su gracia gaditana en tiempos en los que la restauración no era, ni por asomo, lo que es hoy en la capital tinerfeña.

Me parece, de antemano que este hombre está en forma. Lo veo bien, aunque sé, y él me dice que la procesión va por dentro. El lunes le espera la peña de los amigos de los lunes, claro está, y galán, que lo es, va a desplegar la página ante sus amigos.

Pero quien escribe estos párrafos está muy alerta apuntando medio siglo de pericias desde que el joven Aurelio -nombre que me parece de empaque- llegó desde la Tacita de Plata a estos lares canarios, donde descubrió "este auténtico premio que Dios me ha dado en mi vida".

Puede hablar, el mismo Dios que cita me asista, de Los Paragüitas y sus cañas heladas y los berberechos con aliño -muy cerca desde donde conversamos-; de la Cafetería Orche; de la noche de Santa Cruz, el Samantha y el Cintra (la noche); de los guiños andaluces de pijotas, acedías y tortitas de camarones en El Figón.

¡Del Figón! Del que yo escribiré ahora, pero es que son? tres Figones: calle San Martín, Calzadilla 6 y San Antonio 48, que ahí sigue vigente. Me habla de un Santa Cruz lo suficientemente lejano pero cercano; entrañable, en el que la gastronomía ha dado un vuelco de 180 grados. "Fran: yo me dediqué a la sala, pero te digo una cosa: por mucho que uno le dé gracia a los clientes, si la cocina no es buena no hay nada que hacer".

Lo dice un hombre que procuró ganarse la vida en tiempos en los que la restauración era cosa exigua: "las parejas paseaban a partir de las 6 de la tarde y a las 10 no había ni cristo en las calles, solo unos cuantos?".

Por supuesto que comprimir 50 años de vivencias aquí es imposible, aunque sí referir que Cádiz lo tenía cerquita y que esta tierra canaria le ha colmado todo este tiempo de buenas vivencias y viandas. "¡Qué fantástico cuándo nos íbamos a Aguagarcía a esa carne de cochino estupenda con papas y ensalada!". Entonces había que salir de Santa Cruz hacía esos destinos gastronómicos.

Aurelio toma del refresco de naranja, cuenta relatos y personajes -y personalidades a borbotones-. Escucho y me divierto y el habla de sus tiempos de la cafetería de la Escuela Náutica, donde se celebraban bodas, incluso la suya, la primera.

"He tenido la fortuna de tener 5 hijos, que son todos y cada uno el premio mayor de la Primitiva". Insiste Aurelio que en la vida te vienen rachas mejores o peores con la economía personal, pero que en Tenerife él ha vivido maravillosamente y estará eternamente agradecido a la Isla y su gente, y sus amigos.

Llegó desde su tierra natal, Cádiz, un 14 de septiembre de 1967. La memoria le da para mucho: Fiestas del Cristo de La Laguna y, al día siguiente precisamente el Tenerife jugaba contra el Cádiz. "¡Tres cero a favor de los locales y el primer gol fue de Cecilia!".

Aurelio es una enciclopedia de nombres de época y con los que estuvo ligado de algún u otro modo. Don Rafael y Don Juan, además de Manolo Paredes (Los Paragüitas); Oramas y Chelo? Más nombres y la anécdota de su peluquín comprado en Madrid por un dineral con el que conquistaba a las damas.

Nombres propios como El Duque, desde donde empezaron a degustarse en Santa Cruz las acedías, el pescaíto frito, las pijotas, las tortitas de camarones, el cazón adobado, el fino? de ahí a otros proyectos que llevaban la marca de Aurelio, incluso en el Sur: "Eso no duró mucho porque ahí había que hablar inglés y yo no sabía hablar inglés".

La conversación es fantástica pero el espacio aquí es exiguo para lo que se pretende. Espero que estas pinceladas valgan para hacerse una idea.

Para nuestro protagonista están claras algunas cosas que sacamos a colación: la cosa gastronómica ha cambiado para bien en Santa Cruz y en Los Cristianos se vive maravillosamente.

Sé que me quedan fragmentos de los apuntes en el tintero y sé que el entrevistado me va a disculpar.