Larger y Pilsen. Rubia y ligera, fácil de beber. Es la cerveza por excelencia, la reina: la más extendida. Se suele elaborar con malta pálida y es de baja fermentación, por lo que generalmente suele ser un producto de los más frescos que podamos consumir.

Evidentemente, acompaña con un amplio abanico de la gastronomía, desde tartares de túnidos, ceviches, a fritos, tempuras, tapeo de lo más variado, incluso crustáceos, como el caso del camarón, con el que hace buenas migas.

La tipología Stout nos hace embarcarnos en el espectro de las oscuras y negras, fabricada por lo común con malta tostada en un proceso de alta fermentación, mientras que la denominada "Gueuze-Lambic" se prepara con una mezcla de trigo y cebada.

Su gran diferencia no solo reside en los ingredientes sino en la forma de fermentación, que es natural o salvaje, porque inicia el proceso sin necesidad de levadura pues esta se produce naturalmente por fenómenos ambientales.

A quien escribe estas líneas cada domingo le encanta, en especial, las blancas, es decir, las que se hacen exclusivamente con trigo. Se denomina así porque es muy pálida y de color más claro que la pilsen. Por otra parte, la Ale ofrece todo el esplendor gustativo con matices afrutados que proviene de un desarrollo de la fermentación relativamente rápido a altas temperaturas.

El cromatismo y su fuerza varían y hay diferentes tipos: See Bitter, Brown Ale, Cream Ale, Indian Pale, Mild, Pale-Ale, Scotch Ale.

La roja tiene adeptos y suele gustar mucho cuando presenta ciertas características muy particulares para los que entienden de cerveza. En su mayoría se enmarcan en un estilo denominado "Amber Lager", desarrollado por Antón Dreher y en el que manda la malta. Para estas cervezas se utilizan levaduras fermentadas a bajas temperaturas y respecto a su sabor se aprecia, de forma muy perceptible, el cereal tostado y la flor de lúpulo.

Las tipo Abadía son palabras mayores. Se elabora con cebada y experimenta una fermentación alta y una maduración de 2 a 3 semanas, como máximo, un mes, dando como resultado una bebida fuerte y con innegable toque artesanal.

Una vez que tenemos unas ideas generales de las tipologías, y ya que estamos en la antesala de las fiestas navideñas, se aprovecha para resaltar algunas peculiaridades que la bebida universal puede tener también: contribuir en guisos y estofados.

El ama de casa, el chef, el cocinillas? siempre tienen a mano un vino para incorporar y, aparte de las sabrosas reducciones, se puede echar mano de alcoholes y destilados con el fin de dotar de más sabor a la receta (brandy, whisky, licores, incluso orujos?).

¿La cerveza? Claro está que en comparación al vino? y, sin embargo, es idónea gracias a su composición, cuerpo (según tipología) y sabores específicos. Uno de los usos culinarios primordiales está relacionado con las salsas, que adquieren así cierta cremosidad; asimismo, es excelente para macerar carnes, ya que conseguimos que estén más jugosas.

En un plano más amplio, puede reemplazar a la leche, al caldo, al vino y, por supuesto, al agua en todo tipo de recetarios; los cocineros sugieren recurrir a la tipo lager, de sabor medio. La cerveza ale se adapta más a especialidades de carne roja.

Un truquillo menos conocido: está indicada para mejorar la textura del arroz o para hacer masa para panes, pizzas o empanadas, gracias a la aportación de su levadura. Los guisos con cerveza cobran otra dimensión sápida si también hay presencia de curry, mostaza, alcaparras, cebolla, puerro, apio y pepinos encurtidos.