Esta semana saboreé un cus-cus de verdura portentoso. Me encantó. Aprovecho para aseverar que consumo verdura porque me encanta y no porque sea precisamente un "gastrocondríaco". La salud es una causa-efecto indudable de incluir lo verde en la dieta, pero disfruto de unas alcachofas, un ejemplo, por devoción y no por obligación.

Las verduras tienen mucho atractivo a mi parecer. Se suele insistir que los niños rechazan lo verde: yo creo que aprenderán a lo largo de su vida a valorarlas en su increíble diversidad. A mí se me atascaban las arvejas y ahora, con su huevo duro, es que me fascinan.

La cocina de las verduras ha ganado batallas, más aún cuando se nos presenta un puchero canario. Relevante, sin duda, los puntos de cocción (excesivos en la cocina "tradicional") maltratando los atractivos que citábamos de los géneros de la huerta (su color, su sabor y su textura).

En estos tiempos en los que abundan los consumidores de alimentos sanos parece de lo más normal la nutrición con verduras. Toca seguir dando en la tecla de seguir convirtiendo en atractivo algo que colgaba el sambenito de "horrible".