El emperador Akihito y la familia imperial, incluida la princesa Masako, desearon ayer feliz año nuevo desde el balcón del Palacio Imperial a las miles de personas que se acercaron al recinto, que sólo se abre al público dos veces al año.

Esta vez la crisis económica centró las palabras de Akihito, de 75 años, en vez de los tradicionales deseos de paz y felicidad para el nuevo año que suele expresar en estas ocasiones.

"Espero que este año sea un buen año para todos vosotros, en tanto sea posible", dijo ayer el emperador en la primera de sus cinco apariciones previstas, en lugar de las habituales siete, debido a su delicado estado de salud.

"Estoy preocupado de que puede haber mucha gente que esté teniendo problemas al comienzo del Año Nuevo debido a las graves condiciones económicas", agregó.

En el balcón cubierto con cristal blindado estaban también el segundo hijo de los emperadores, el príncipe Akishino, y su esposa Kiko, padres del pequeño Hisahito, que al nacer en septiembre de 2006 se convirtió en el tercero en la línea de sucesión al Trono del Crisantemo, la dinastía reinante más antigua. Un año más, parte de la atención estaba puesta en Masako, apodada "la princesa triste" por la depresión que sufre desde finales de 2003 y que ha limitado sus labores oficiales.