Mujeres de Tenerife continúa con la recuperación de la memoria de nuestros mayores. Pueblo a pueblo nos desplazamos hacia El Rosario, municipio que compagina el frío del monte esperancero con la brisa marina de la costa de Radazul. En esta ocasión, hacia las alturas nos desplazamos para conocer a Nereida Estévez Martín, quien nos conduce al pasado de esas mujeres canarias que dedicaron su vida a la recogida de pinocha en los montes esperanceros, "pueblo que me vio nacer y me ha visto crecer", nos comenta con rotundidad Nereida.

Nereida Estévez nace el 22 de septiembre de 1930 en La Esperanza, pueblo desde el que hoy echa la vista atrás y se asombra con los cambios que ha sufrido aquella Esperanza que ella conoció en su niñez. "Miro a la calle y pienso: qué bonita está y qué fea a la vez", manifestación con la que resume Nereida su idea acerca de los avances y retrocesos que el tiempo ha hecho experimentar a su municipio.

El Diablito

Nuestra fuente oral de hoy recuerda su infancia dedicada al trabajo diario, alejada de las enseñanzas de la escuela. "Desde muy pequeña conocí lo que es trabajar y a la escuela no acudí hasta hace bien poco, con 57 años", nos comenta Nereida, quien una vez crió a sus hijos y aprovechó las clases de mayores para aprender aquello que la dureza de su niñez le negó.

Nereida se empleó desde muy joven en la recogida de pinocha en los montes de La Esperanza, así como en la ayuda a sus padres en las labores del campo y el cuidado del ganado. "Éramos diez hermanos y con lo que sacábamos de la tierra y los animales no era suficiente, todos debíamos buscar un dinero para ayudar", aclara.

Desde los trece años, nuestra protagonista caminaba diariamente hasta el rincón esperancero de El Diablito en busca de pinocha. "Salíamos a las cuatro de la mañana, iba con mi hermano y muchos amigos de La Esperanza. Trabajábamos todo el día y si se rompían las lonas, teníamos que seguir descalzas".

Nuestra pinochera asegura que era un trabajo muy duro y que, en ocasiones, acababa tan cansada que se veía obligada a pasar las noches en aquellos montes. "Con una pelota de gofio y alrededor de una hoguerita pasábamos las frías noches de La Esperanza", comenta Nereida, quien recuerda que con la recogida de pinocha ganaba nueve pesetas diarias para ayudar en casa. "Sacábamos tres haces. Antes de comenzar a bajarlos hacia el pueblo, lo pesaban, y después lo vendía por tres pesetas cada uno", rememora Neredia los casi 40 años de su vida dedicados a las labores de pinochera.

Bailar en Viernes Santo

Aunque nuestra protagonista dedicó gran parte de su vida al oficio de la pinocha, Nereida nos cuenta que también se empleó una temporada en la recogida de tomates en el sur de Tenerife. "Fuimos bastantes personas del norte. Me recogió un camión en La Esperanza y durante la etapa de recolecta de tomates nos quedábamos en un pequeño almacén en Cabo Blanco", explica. "En los tomates ganaba cuatro pesetas".

Durante su pequeña estancia en el sur tinerfeño, sur que Nereida recuerda totalmente distinto al que vemos hoy, nuestra fuente oral vivió un episodio anecdótico que ahora rememora para nosotros entre sonrisas. Nos narra Nereida que su trabajo en los tomates coincidió con Semana Santa y que durante la noche de Viernes Santo no se le ocurrió otra cosa que ponerse a bailar en los salones donde pernoctaban. "El cura se enteró y el lunes mandó a la Guardia Civil a detenernos. Yo el sábado me había venido para La Esperanza y fue mi hermana la que ocupó mi sitio en el sur. Menos mal que el encargado les dijo a los guardias que la mujer que estaba bailando se llamaba Nereida y que la que querían detener era Palmita, mi hermana", nos aclara.

Hoy, Nereida observa desde su pueblo natal los cambios que ha sufrido La Esperanza y, disfrutando de la compañía de su familia, echa la vista atrás para recuperar aquellos años en los que actividades como lavar o alumbrarse requerían de un esfuerzo enorme.

Nosotros nos despedimos de nuestra pinochera y avanzamos hacia la costa de El Rosario, lugar donde les emplazamos para el próximo lunes, en el que Olivina Hernández nos hablará del Radazul de ayer y el Radazul de hoy.

DOCUMENTACIÓN: ITAMAR BARRETO y NATALIA PAIS. FUENTE: ANSINA.