Si hace unos años, con Isabel Pantoja, el Gran Teatro del Liceo se convirtió por una noche en el templo de la copla, el pasado jueves el coso barcelonés fue el escenario en el que Julio Iglesias pudo convertir en realidad un viejo sueño y desgranar parte de su repertorio ante un público entregado. El cantante español más internacional, tras más de cuarenta años de carrera, debutó en un lugar que calificó de "sagrado". Pese a tener un corazón muy blanco, Iglesias se permitió desear que el Barça gane sus próximos compromisos internacionales y preguntó por Xavi y por Piqué entre gritos y aplausos.

Después de diez años de ausencia de la ciudad condal, Julio recaló en un Liceo con todas las entradas vendidas para interpretar algunos de los grandes éxitos de su dilatada carrera, dentro de la nueva etapa de su gira mundial "Starry Night". Faltaba una hora para empezar la audición y, mientras en la cercana plaza de Cataluña miles de "indignados" ocupaban el espacio, frente al Liceo, sin prisas y sin pausa, iban llegando muchas personas, algunas con sus mejores galas, para escuchar al artista latino que más discos ha vendido.

Sólo pasaba un minuto de las nueve de la noche, cuando se apagaron las luces, aparecieron media docena de músicos en el escenario y al unísono sonaron acordes y aplausos. Julio Iglesias, camisa blanca y traje oscuro, con la corbata a juego, ocupó a continuación la escena que no abandonó hasta dos horas más tarde.

Los chillidos de sus fans no se hicieron esperar y él correspondió con un "Bona nit Cataluña" y un "Buenas noches Barcelona", mientras recordaba cómo desde siempre su padre le decía que en esta tierra se le quería mucho. "Sí", rugió entonces la platea.