Está considerada la médium más prestigiosa del mundo, pero su actividad no se circunscribe a la videncia. La canadiense Marilyn Rossner, que se encuentra en la Isla para dar a conocer su don a la hora de desvelar los misterios tras la muerte, también es doctora y profesora universitaria, autora de varios libros o una activista de la labor humanitaria, sobre todo en África. Colaboradora y amiga de la Madre Teresa de Calcuta o el Dalai Lama, asegura recordar "como si fuera ahora" su premonición respecto al accidente aéreo de Los Rodeos en 1977. El pasado jueves, esta mujer menuda, que siempre protege sus ojos con unas gafas de sol, presentó en un abarrotado Club La Prensa de El Día su último libro y hoy está previsto que protagonice unas Jornadas Mágicas en el Puerto de la Cruz.

"Desde que era muy niña -explica- comencé a experimentar sensaciones en el seno de una familia muy creyente (judía ortodoxa, lo primero que describió fue un encuentro con sus familiares muertos durante el Holocausto)", pero, añade con un cierto punto enigmático: "Los que los demás llaman muertos no lo están realmente y para ellos los muertos vivientes somos los habitantes de la tierra".

Se rebela ante la cuestión de si hay mucha superchería, estafadores y aprovechados en el mundo del contacto con el más allá: "Lo más triste es que se intente enseñar sobre el mundo espiritual y se pidan grandes cantidades de dinero . Pero Jesús dijo: no juzgues a nadie si no quieres ser juzgado".

Rossner asegura que el suyo "es un don recibido directamente de Dios. Fui educada con la fe y nunca lo he perdido. Desafortunadamente, muchos niños no son entendidos cuando nacen con él, pero cada vez más personas son sensibles".

Marilyn no cree que ciencia y espíritu sean dos conceptos difíciles de conjugar: "Para nada. Este fenómeno que yo represento es el link entre la ciencia y la religión. Ya lo decía mi marido, que era teólogo -además de pastor anglicano y por el que ella misma se hizo maestra de esa religión-. Ahora hay muchas personas que en distintos campos de la ciencia, como la física o la medicina, están trabajando en este sentido".

Su posición sobre el destino es clara: "Venimos a la tierra con un propósito y una meta y si seguimos el sonido y la luz de Dios podemos ser capaces de completar esa misión o destino".

No le sorprendió la masiva respuesta del público -había gente sentada en el suelo- a su charla en el Club La Prensa porque "es igual en cualquier parte del mundo. La gente viene, fundamentalmente, porque quiere saber la verdad que existe más allá de la muerte".

Respecto a su último libro, "¿Tienes una invitación para ir al cielo?" señala: "Estamos aquí para ver si conseguimos esta invitación y afrontamos con éxito tiempos de incertidumbre. Desde este puente entre dos mundos, pretendo conducir a una nueva dimensión de fe y esperanza".

Marilyn recuerda su predicción sobre el trágico accidente de 1977 en Los Rodeos -dejó un balance de más de 500 muertos- "como si hubiera pasado ahora mismo. Estaba en un campo de yoga con mi esposo. Vi dos aviones y oí con claridad: Este será el accidente de aviación más grande que va a ocurrir y tres veces Tenerife, Tenerife, Tenerife.... Había 600 personas en el campo, entre ellas españoles que empezaron a comunicar la noticia. Dos semanas antes del accidente volví a tener esa visión, llamé a compañías áreas y consulté a curas y rabinos. Pero luego escuché la voz de Dios: Hay diferencia entre profecía y premonición y no podemos cambiar eso. Fue algo muy, muy fuerte".

Para Marilyn Rossner, conocer a grandes figuras históricas como Teresa de Calcuta, el Dalai Lama o Juan Pablo II fue algo extraordinario: "Yo adoro y amo a todo el mundo. Una de las más maravillosas experiencias de mi vida fue pasar un tiempo con la Madre Teresa, que me enseñó el amor y me dijo que cuando trabajaba con las personas no las veía como tales sino como si fueran Jesús y que el amor de su corazón iba a ayudarles. Al Dalai Lama fue una maravilla conocerlo cuando mi esposo lo llevó a Montreal la primera vez. Tuvo un papel importante en mi vida y en la de mi marido. El Papa Juan Pablo II también fue clave para nosotros. Resultó un privilegio ir al Vaticano, ser recibidos por él y aceptar sus bendiciones. Recuerdo que puso su mano sobre mi cabeza y me dijo: Dios te ama".

"Tengo una gran idea sobre el fin del mundo -concluyó Rossner- y es que no llegará sino que el mundo va a cambiar. Estamos en un proceso de transformación desde la edad de kaliyuga, la edad del hierro, a la de Sutyayuga, la de la verdad en la tradición hindú; de lo irreal a lo real, del miedo a la fe, de la oscuridad a la luz...".