El micromecenazgo, el apadrinamiento tradicional, evoluciona y permite apadrinar gallinas para tener huevos ecológicos, palabras en desuso o ladrillos para rehabilitar monumentos, práctica que suma apoyos como el de Leonard Cohen o Russell Crowe para crear un teatro en un pequeño pueblo alpujarreño.

Dice el refranero popular que el que tiene padrino se bautiza y el que no... Pero nada explica del padrino, que con las alternativas de micromecenazgo también puede sacar partido de sus ahijados. Y hasta comérselos.

El apadrinamiento de toda la vida ha evolucionado más allá de cuestiones humanitarias para mutar en el micromecenazgo, una alternativa para recaudar fondos de múltiples receptores que convierta en factible un proyecto o sostenible una iniciativa, y aquí hay opciones para todos los gustos.

Para alimentar la fórmula del apadrinamiento y el estómago, la empresa de la Alpujarra granadina Jamones Abuxarra ofreció a sus clientes la posibilidad de apadrinar un jamón y vigilar durante 18 meses la evolución de la criatura hasta convertirse en un manjar.

"Fue una buena experiencia pero los padrinos ya se han comido a sus ahijados", explicó a "" la responsable de la idea, María José Cara.

Sin salir de la Alpujarra, en Laroles -un municipio con menos de 800 habitantes-, la asociación "El dragón mágico" ha convertido en realidad el proyecto "Un teatro entre todos" y ha sumado a una subvención de la Junta de Andalucía para convertir una era en un teatro al aire libre el apoyo de distinguidos padrinos.

Desde las redes sociales, han conquistado a benefactores como el cantautor y poeta Leonard Cohen, el oscarizado actor Russell Crowe o el director Fernando Colomo, que han aportado como muchos anónimos 200 euros para que un asiento de las gradas lleve sus nombres.

"Hace falta material, como luces o equipos de sonido, pero entre todos lo estamos logrando porque cada uno aporta lo que puede, no es necesario los 200 euros del asiento", explicó Anna Kemp, una de las promotoras de este teatro que se estrenará este verano.

Saciada el hambre artística, Huertos de Ocio en Granada tienta a un apetito más terrenal con la posibilidad de apadrinar gallinas ponedoras que sirven de mascota y que, por nueve euros mensuales, ofrecen una media de 200 huevos ecológicos para el padrino, algo similar a lo que hace la empresa alicantina Deliciosso, que ofrece de ahijado un cerezo para comerse sus frutos.

Otras iniciativas han encontrado en el apoyo vecinal la solución para rehabilitar iglesias o torreones, mantener especies en peligro como busca la "Reserva del burro andaluz", iluminar con velas solidarias actos religiosos o convertir en realidad libros o discos.

Pero como no siempre es cuestión de dinero, también están las causas simbólicas como el apadrinamiento de palabras en peligro de extinción, la iniciativa con la que "Reserva de palabras" logró en un mes apadrinar más de 10.000 vocablos gracias a la participación de 21.000 personas.

La más votada para salvarse del olvido con textos en su defensa fue bochinche, un sinónimo de barullo, lío o enredo que pega bastante con el nuevo micromecenazgo, porque si hay un roto para un descosido, también hay padrino para cualquier tipo de ahijado.