Jesús Cimarro, el empresario que compró a Lina Morgan el teatro de La Latina, conoce "todos los detalles" del testamento de la actriz y "vedette", fallecida este verano, pero nunca los revelará, porque, dice en una entrevista con Efe, "sería una traición a lo discreta que ella fue siempre".

"Tanto -dice- que, cuando negociábamos la compra, yo le aseguré que, si me lo vendía a mí, lo rebautizaría con su nombre. Me dijo que entonces nunca me lo vendería, que ella lo había comprado como La Latina y así lo había querido en los 30 años que estuvo al frente y que, por tanto, mantenerlo así era una condición innegociable".

Cimarro, dueño de la productora Pentación, había alquilado a Morgan La Latina en 2008 y le propuso comprárselo en 2009, pero ella, que tenía otros "pretendientes" para hacerse con el coliseo, le tuvo un año entero "negociando", es decir, "regateando" el precio.

Le pedía 10 millones de euros, y él acabó pagando, en junio de 2010, 7,5 millones, bastante menos de lo que otros empresarios le ofrecían.

Morgan, María de los Ángeles López Segovia, aceptó vendérselo a él, porque Cimarro le dijo, sin que ella se lo esperara, que podría mantener allí su despacho y su palco y antepalco. "Aquella misma noche llamó a su abogado y le dijo que yo era el elegido", revela.

La actriz solo aparecía por el teatro para los estrenos. "Se pasaba un poco antes, entraba un momento en su despacho y luego se iba a su antepalco. No dejó de hacerlo hasta que enfermó. No quería que nadie la viera mal".

De ahí que las personas que la cuidaban rehusaran dar información sobre su estado, "porque ella, que fue siempre tan discreta con todo, no permitió que trascendiera nada".

No respetó su voluntad de que su funeral fuera lo más reservado posible y convirtió La Latina en su capilla ardiente: "Fueron todas las autoridades, pero, sobre todo, su público. Si en vez de un 19 de agosto hubiera fallecido ahora, la cola que llegaba a la plaza Mayor hubiera sido el triple", pronostica.

Pero sí va a ser, asegura, extremadamente respetuoso con su deseo de discreción sobre sus propiedades y su destino. "Conozco todos los detalles, y ha habido algún programa de televisión que me ha ofrecido mucho dinero por contarlo, pero no lo haré jamás. Esa sería una gran traición".

"Nos veíamos una vez a la semana. Me contaba sus cosas, lo que le había pasado en la vida, cómo de ser una chica del coro logró comprar un teatro... Si Lina Morgan hubiera nacido en Estados Unidos, habría sido tan importante como Barbra Streissand", añade.