Un supuesto adulterio, malos tratos, drogas y lucha por la custodia de los hijos rodean el "divorcio del año" entre los actores Angelina Jolie y Brad Pitt, hasta hace poco una pareja tan sólida que era conocida por un sólo nombre: "Brangelina".

"Estoy muy entristecido por esto, pero lo que más importa es el bienestar de nuestros hijos", aseguró el actor, de 52 años, tras conocerse el pasado 20 de septiembre que su esposa había presentado una solicitud de divorcio alegando "diferencias irreconciliables".

El abogado de Jolie explicaría más tarde que su cliente decidió separarse por "la salud de su familia", mientras varios medios estadounidenses aclararon que la razón principal que motivó a la actriz era la manera en que Pitt criaba a sus seis hijos y que no había una tercera persona implicada en la crisis marital.

La demanda de la actriz, de 41 años, ponía fin a doce años de una relación que se había formalizado hace tan solo dos con un matrimonio en el castillo que la pareja tiene en Francia, a la que asistieron sus seis hijos: tres adoptados y tres biológicos.

La situación no debería haber pasado de ser un divorcio más entre un matrimonio de Hollywood sino fuera por qué los protagonistas eran el vivo ejemplo de la pareja perfecta: dos estrellas jóvenes, atractivas, exitosas y ricas, y juntos parecían tan inseparables que eran conocidos con el apodo de "Brangelina".

Una imagen que empezaba a deteriorarse al mismo ritmo que la prensa aireaba algunos detalles de cómo fue la relación matrimonial, que incluían una supuesta infidelidad, abuso de alcohol, drogas o violencia... con situaciones que ha llegado a investigar el FBI.

"Brad Pitt y Angelina Jolie vivían «separados» dentro de la misma casa"; "Los motivos del divorcio: drogas, alcohol e infidelidades"; "El FBI interroga a Angelina Jolie sobre el incidente con Brad Pitt" o Angelina y Brad "se pelean ahora por las joyas", son algunos de los cientos de titulares que han salpicado la prensa de todo el mundo en las últimas semanas.

Los medios especializados achacaron inicialmente el fin de la relación a un supuesto idilio que el protagonista de "Babel" pudo tener con la actriz francesa Marion Cotillard durante el rodaje de "Aliados" ("Allied"), la última cinta de ambos.

Pero la oscarizada intérprete gala, casada con el actor y director Guillaume Canet, negó en un comunicado ser "la otra" y deseó lo mejor a la pareja.

No obstante, los titulares que más se han prodigado se refieren a la batalla emprendida por ambos por la custodia de los hijos.

De hecho, la creación de una gran familia parecía haber sido uno de los principales ejes de la relación de Jolie y Pitt, que trajeron al mundo a tres hijos (Shiloh y los gemelos Knox y Vivienne) y adoptaron a otros tres, uno en Camboya (Maddox), otro en Vietnam (Pax) y otro en Etiopía (Zahara).

De hecho, en medio del proceso de divorcio se hizo público un supuesto abuso verbal y físico por parte del actor contra Maddox, de 15 años, durante una discusión de la pareja en el interior de un avión.

Primero el Departamento de Infancia y Servicios Familiares del condado de Los Ángeles y después el FBI investigaron el asunto y ambos decidieron cerrar el caso y no presentar cargos contra el protagonista de "Ocean''s eleven".

La pareja llegaba finalmente a un acuerdo sobre los pequeños en el que decidieron que los seis niños permanecerán bajo custodia de la madre y continuarán las visitas del padre.

Otro tema espinoso que deberán zanjar es el reparto de la inmensa fortuna acumulada por la pareja que, según diversas fuentes, puede alcanzar los quinientos millones de dólares, de los que casi 180 los ganaron mientras estuvieron juntos, según la revista Forbes.

Un dinero amasado en la larga trayectoria artística de ambos, que no cesó durante la última década, ya que la pareja compatibilizó su relación y la paternidad con importantes proyectos cinematográficos a ambos lados de la cámara.

Los medios estadounidenses y algunos portales inmobiliarios hablan ya de la puesta en venta de algunas de sus millonarias propiedades como el Chateau Miraval, en Francia, donde se casaron, y las apartamentos y casas que tienen repartidas por California, Nueva York o Camboya.

Y también se dice que ni la estrella de "Inocencia interrumpida", ni el protagonista de "El club de la lucha", quieren ya vivir en su residencia familiar, una exclusiva mansión ubicada en una colina de Los Ángeles, en un distrito que paradójicamente es conocido con el nombre de "Los Feliz".