El nuevo Gobierno checo asumió ayer sus funciones con el objetivo de cerrar la accidentada presidencia checa de la UE y calmar la turbulenta política nacional, bajo la consigna de la estabilidad y el ahorro. El primer ministro, el independiente Jan Fischer, mandó ayer un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía con especial mención a la estabilidad institucional y al ahorro presupuestario.

"No será un Gabinete de grandes cambios, pero no será tampoco un camino sin dificultades, por la recesión y las siete semanas que quedan de presidencia de la UE", afirmó tras asumir el relevo del tripartito integrado por conservadores, democristianos y verdes.

Respecto a la tarea europea, Fischer dijo que su equipo de tecnócratas será capaz "de llevar la presidencia a término honorablemente".

Como primer escollo, el Gobierno aún ha de consensuar si será el propio Jan Fischer, como sería de rigor, o el euro escéptico presidente Vaclav Klaus quien presida el Consejo Europeo de junio en Bruselas, una cita decisiva en el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa.

Klaus no ha mostrado prisa ni entusiasmo por estampar su firma a la ratificación checa del texto comunitario, pese a que el Parlamento nacional ya le ha dado el visto bueno.

Austeridad

Jan Fischer también hizo un llamamiento a la austeridad presupuestaria, al señalar que el país no puede derrochar medios. El experto en estadística apostó porque el déficit de las cuentas estatales del año próximo no supere el 5% del PIB.

El guardián de esta política de austeridad será el nuevo titular de Finanzas, Eduard Janota, que quiere recortar en un 10% el presupuesto de todos los ministerios.

Ha sido la crispación política de esta legislatura, iniciada en 2006, la que llevó a la caída del Ejecutivo de centroderecha liderado por Mirek Topolanek, tras una moción de censura iniciada en marzo por los socialdemócratas y que fue apoyada por cuatro miembros de la propia coalición de Gobierno.

La "kafkiana" situación interna de esta república centroeuropea, que accedió a la UE en 2004, ha resultado un jeroglífico para los observadores internacionales.

Y es que los checos se encuentran entre los países que menos ha acusado la crisis económica, al menos de momento, lo que se antojaba como un buen punto de partido para liderar a los Veintisiete durante este semestre.