El Papa Benedicto XVI resaltó ayer, primera jornada de su viaje a Tierra Santa, la defensa de la libertad religiosa "no sólo en Oriente Próximo, sino en todo el mundo". El día transcurrió en Ammán, capital jordana, en un ambiente festivo y de calurosa acogida por parte de los Reyes Abdalá II y Rania y del pueblo jordano.

Tras el recibimiento con los actos protocolarios en el aeropuerto Reina Alia de Ammán, sobre las 14:30, tuvieron lugar los discursos de bienvenida en una carpa montada en el aeropuerto donde el Papa, acompañado del monarca, entró con un fuerte y largo aplauso.

El Rey, que pronunció las palabras de bienvenida en inglés y sin leer ninguna nota, expresó, entre otros buenos sentimientos, que "esta visita se produce en el momento perfecto para el proceso de paz en Oriente Próximo".

En sus palabras, el rey Abdalá II aludió al diálogo que tiene que existir entre las tres religiones del Libro (musulmanes, judíos y cristianos) y que el Estado de Jordania es uno de los principales impulsores.

A continuación Benedicto XVI pronunció su discurso, en el que, precisamente, alabó que Jordania esté "en la vanguardia en las iniciativas para promover la paz en Oriente Próximo y en el mundo, alentando el diálogo interreligioso, sosteniendo los esfuerzos para encontrar una solución justa al conflicto israelí-palestino, acogiendo a los refugiados del cercano Irak y tratando de frenar el extremismo".

Tras recordar "los esfuerzos pioneros a favor de la paz en la región del anterior rey Hussein", manifestó el deseo de que "sus esfuerzos para la solución de los conflictos en la región sigan fructificando en el esfuerzo por promover una paz duradera y una verdadera justicia para todos los que viven en Oriente Medio".

El Papa repitió que su viaje es "como peregrino de la paz, para venerar los lugares santos que han jugado parte importante en algunos de los eventos clave de la historia bíblica" y agradeció en nombre de los católicos "la posibilidad de que la comunidad católica de Jordania pueda construir lugares públicos de culto; un signo del respeto de este país por la religión".

Más de 5.000 personas

Inmediatamente, el monarca acompañó al Sumo Pontífice a los coches para dirigirse al centro de discapacitados Regina Pacis de integración social para discapacitados físicos y psíquicos, cuya construcción apoyó una ONG española, y donde fue acogido, sobre las 15:30 horas, con gritos de júbilo y canciones por más de cinco mil personas, según informaron fuentes del centro.

La presidenta de la Fundación Promoción Social de la Cultura (FPSC), la ONG española responsable de la construcción de este centro, presente en el acto, relató que "el Papa estaba muy emocionado con el saludo a los enfermos mentales y físicos".

El mismo ambiente llenaba la iglesia -decorada con iconos orientales-, en la que el Papa presidió una ceremonia de oración y pronunció un discurso. Numerosas ofrendas y plegarias en común estuvieron combinadas con aplausos y gritos coreando "Benedicto bienvenido".

Dos de los momentos más destacados de esta visita fueron cuando un joven matrimonio puso al Papa encima de los hombros el pañuelo típico de Jordania y cuando una enferma musulmana en silla de ruedas y empujada por una monja católica fue acercada a Benedicto XVI para ser bendecida. Tras la bendición, el Sumo Pontífice se despidió, deteniéndose nuevamente por propia voluntad en el camino de salida con numerosas personas, sobre todo enfermos y discapacitados.

Al terminar este acto, el Papa se dirigió al Palacio Real Hussein de Jordania (Ammán), para realizar una visita de cortesía a los Reyes Abdala y Rania, sobre las 17.40 horas. Al finalizar se trasladó a la Nunciatura Apostólica para descansar.