El presidente de Somalia, Sharif Sheikh Ahmed, acusó ayer a Eritrea de armar a los radicales islámicos que quieren derrocar a su Gobierno, en una rueda de prensa en el Palacio Presidencial de Mogadiscio. Sheikh Ahmed dijo que "Eritrea está armando a la oposición para socavar los esfuerzos que estamos haciendo", en referencia a la labor de su Gobierno para conseguir la estabilidad y restaurar la paz en Somalia.

El gobernante somalí calificó a Eritrea y a la red terrorista islámica Al Qaeda de "imperialistas", una ideología que, señaló, "no tiene cabida en estos tiempos".

Según él, los insurgentes radicales islámicos, apoyados por cientos de combatientes extranjeros, que apuntó que podrían estar ligados a Al Qaeda, son "un obstáculo" para sus planes de devolver la normalidad al país, ayudar a regresar a su tierra a los desplazados internos y los refugiados somalíes en el extranjero.

La intervención de Eritrea en Somalia se remonta a 1998, según Sheikh Ahmed, quien aseguró que han enviado armas y soldados en varias ocasiones a este país y se han negado a apoyar unas negociaciones de paz, por lo que exigió a Asmara que "deje de violar nuestra soberanía".

La acusación de Sheikh Ahmed a Eritrea se produce después de casi tres semanas de ofensiva por parte de las milicias radicales islámicas de Al Shabab y Hezb al Islam, a las que EEUU vincula con Al Qaeda, para derrocar a su Gobierno.

Tanto la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) de África oriental como la Unión Africana han acusado a Eritrea de suministrar armas a los rebeldes radicales somalís.

Ambas organizaciones han pedido también al Consejo de Seguridad de la ONU que imponga sanciones a Eritrea y declare un embargo aéreo y un bloqueo naval de Somalia para impedir que entren armas y combatientes extranjeros al país.

Varios cientos de combatientes extranjeros apoyan a Al Shabab, que quiere dominar el país para imponer una versión radical de la "Sharía" (Ley Islámica).