A dos días de la elección presidencial, la temperatura electoral subía ayer en Chile, donde los candidatos intercambiaron acusaciones de intervencionismo y campaña sucia, mientras más de ocho millones de electores meditan su voto.

Aunque legalmente el período de propaganda terminó la medianoche del jueves, ambos candidatos no pararon de dar entrevistas y de aparecer en sitios públicos.

Sebastián Piñera, aspirante de la oposición y favorito para ganar, denunció un "abusivo" intervencionismo del gobierno a favor del abanderado oficialista, Eduardo Frei, que por su parte acusó una "campaña sucia" de la derecha.

"La campaña que ha hecho el Gobierno de intervención no es justa, no es limpia", dijo Piñera a Radio Cooperativa, donde demandó que los votos "se cuenten de manera limpia y transparente".

"Es abusivo lo que ha hecho el Gobierno: uso y abuso de los recursos públicos, uso y abuso de las instituciones públicas, uso y abuso incluso de los funcionarios públicos", subrayó Piñera, que en la primera vuelta obtuvo el 44,03% de los votos contra un 29,60% de Frei.

La acusación de intervencionismo fue directamente dirigida a La Moneda, tras el anuncio de la presidenta Michelle Bachelet de que votaría por Frei porque es "una persona honesta, que ha separado negocios y política".

La fortuna de Piñera

La frase fue interpretada en la derecha como un ataque directo a Piñera, dueño de una fortuna calculada en 1.000 millones de dólares, al que sus detractores le echan en cara que hasta ahora no haya separado su faceta de hombre de negocios de la de aspirante presidencial.

Para Frei, lo que dijo Bachelet no es intervencionismo: "En todos los países del mundo, un gobierno con el apoyo que tiene la presidenta tiene todo el derecho de pedir apoyo para dar continuidad a su labor y no dar saltos al vacío", espetó. En La Moneda, el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, pidió que Piñera "deje a la gente decidir tranquila"