El depuesto presidente de Kirguizistán, Kurmanbek Bakíev, refugiado en el suroeste del país, anunció ayer que está dispuesto a negociar las condiciones de su renuncia con las nuevas autoridades, aunque reconoció que teme por su vida.

"Si volviera ahora a Biskek (la capital), mi vida estaría en peligro. O me matan, o me entregan a la multitud afirmando que fui yo el que ordenó disparar y derramar la sangre", dijo Bakíev en una entrevista que citó la agencia "24.kg".

Bakíev indicó, al mismo tiempo, que acepta celebrar negociaciones con el Gobierno provisional que asumió el poder tras los violentos choques entre policía y manifestantes opositores en Biskek, que según los últimos datos causaron 79 muertos y unos 1.500 heridos.

"Si quieren que renuncie, deben explicarme qué recibiré a cambio, y para ello hay que reunirse y negociarlo", afirmó en otra entrevista, con la edición rusa de la revista "Newsweek", que citaron las agencias locales.

El mandatario derrocado confirmó que no controla la situación en el país, aunque tiene "determinada influencia" en el sur, y negó que él haya ordenado abrir fuego contra los manifestantes, que "fueron los primeros en disparar" contra la sede del Gobierno en Biskek.

Régimen "familiar"

La nueva líder kirguís, Roza Otunbayeva, acusó al presidente depuesto de haber saqueado las arcas del Estado hasta dejar en ellas sólo 80 millones de dólares.

En una entrevista con el diario británico "The Guardian", Otunbayeva solicita ayuda urgente internacional para que el país pueda hacer los pagos más urgentes, incluidas las pensiones.

Según Otunbayeva, el anterior Ejecutivo vendió la principal empresa de telecomunicaciones a una empresa establecida en Canarias y de la que es dueño uno de los hijos del presidente.

"Teníamos una situación escandalosa en la que Kirguizistán se había convertido en un régimen gobernado por una familia", denunció Otunbayeva. Según ella, el presidente depuesto colocó a sus hijos en posiciones claves y vendió industrias estatales estratégicas por un mínimo de su valor real.

Otunbayeva, que fue embajadora en Londres entre 1997 y 2001, explica en la entrevista que su Gobierno permitirá a Estados Unidos seguir utilizando la base de Mans, cerca de Bishkek, que utilizan los norteamericanos para sus operaciones en Afganistán.

La nueva líder kirguís aseguró la víspera que el Ejecutivo provisional garantiza la seguridad de Bakíev, reconoce su inmunidad y le permitiría abandonar el país, pero sólo si renuncia al cargo.