El primer ministro de Tailandia, Abhisit Vejjajiva, advirtió ayer de la inminencia de una acción con fuerza para aplastar a los manifestantes antigubernamentales que desde hace cinco semanas paralizan una zona central de Bangkok.

"No vamos a dar marcha atrás y permitir que aquellos que transgreden la ley y han creado una milicia armada, intimiden al gobierno" dijo el jefe del Ejecutivo en un discurso retransmitido por los canales de televisión.

Vejjajiva, en su primera intervención pública desde que el jueves estallaron los disturbios que ya han causado 24 muertos y más de 170 heridos, añadió que "queremos restaurar el estado de ley, la paz y normalidad".

Al mismo tiempo que Vejjajiva pronunciaba estas palabras, unos 2.000 camisas rojas del frente antigubernamental se dirigían en motocicletas y otros vehículos en dirección a la base roja situada en el corazón comercial de la urbe, y sitiada por las tropas.

En las refriegas ocurridas ayer entre manifestantes y soldados, al menos ocho personas murieron y una treinta resultaron heridas, según los datos oficiales.

Según el Gobierno, tras las barricadas y empalizadas levantadas por los manifestantes para protegerse de una eventual carga de las fuerzas de seguridad hay unas 6.000 personas, una cifra que los cabecillas del frente elevan por encima de 10.000.

El Ejército, que impide la entrada de civiles a la zona roja pero permite que salgan de ésta, tiene emplazados francotiradores cerca de las posiciones tomadas por los soldados, y ha colocado letreros que advierten a los posibles intrusos de que están a punto de cruzar a una "Zona de fuego real" a la está prohibido entrar.

Los francotiradores, que ayer abatieron a un manifestante que se agazapaba en la azotea de un edificio de la avenida Rama IV para aparentemente disparar contra un puesto militar, se han convertido en la fuerza más letal.

Mientras que las calles próximas a la zona de conflicto estaban desiertas y bloqueadas por soldados, en el resto de Bangkok, ciudad de con una extensión de 1.568 kilómetros cuadrados, la gente seguía ocupada con sus quehaceres cotidianos pero pendiente del desenlace, que sea cual sea, no supondrá el fin de la tensión ni de la profunda división que existe entre la elite urbana y el campesinado más pobre.

Por su parte, el departamento de Estado de Estados Unidos autorizó ayer a su personal diplomático no esencial en Bangkok, así como a sus familias, a abandonar Tailandia por los disturbios que se registran en ese país.

"Se ha autorizado la salida voluntaria de los empleados no esenciales", dijo Darby Holladay, un portavoz del departamento de Estado.

Aquellos que decidan irse del país tomarán vuelos civiles, aclaró el funcionario, quien dijo que Estados Unidos no operará aviones militares para sacarlos de Bangkok.