Con el río Danubio, de momento, a salvo de la riada tóxica que ha arrasado 40 kilómetros cuadrados en el suroeste de Hungría, los retenes de emergencia se esfuerzan ahora en evitar que el barro cargado de metales pesados se convierta en polvo y la polución se propague por el aire.

En la aldea de Kolontár, donde la ola de un millón de metros cúbicos de lodo golpeó con más fuerza, bomberos, soldados y operarios trabajan en dos direcciones: mantener el barro húmedo y acumularlo para transportarlo a una balsa en la empresa metalúrgica MAL, la causante del desastre.

"El tiempo soleado es un problema", indicó Tibor Dobson, jefe del operativo de emergencia dispuesto por el Gobierno húngaro.

El riesgo de que el sol acelere la transformación del barro en polvo hace necesario "recoger el barro lo antes posible", indicó Gyorgyi Tuttos, portavoz del dispositivo de urgencia, quien se lamentó del pronóstico soleado para los próximos días. "La lluvia sería una ayuda para nosotros", dijo.

Dobson confió en que en tres semanas se haya podido retirar el barro acumulado en las poblaciones. Para recuperar las miles de hectáreas cubiertas por una capa de varios centímetros de espesor será necesario mucho más tiempo, al menos un año, y retirar toneladas de tierra que han sido cubiertas por el fango químico.

800 trabajadores

En total unas 800 personas están trabajando a marchas forzadas en la zona del desastre, cuyo acceso está restringido mediante controles policiales que bloquean los accesos a los dos pueblos más afectados.

Excavadoras, camiones cisternas, maquinas aspiradoras y operarios trabajan 15 horas al día para limpiar el barro que lo impregna todo.

Respecto al tiempo que queda antes de que el barro se seque hasta el extremo de que pueda contaminar el aire, Tuttos recordó que es difícil precisarlo ya que "algo así no había ocurrido nunca, así que en verdad, no tenemos experiencia".

La inhalación del polvo tóxico puede causar enfermedades pulmonares, según un informe de la Academia de Ciencia Húngaras.

La responsable indicó que se hacen controles periódicos para garantizar que el aire no está contaminado. Mientras, en Kolontár, el uso de mascarillas de protección es total tanto entre los habitantes del pueblo que siguen allí, como entre el personal gubernamental y los periodistas que cubren el desastre.