Alexandr Lukashenko, primer y único presidente de Bielorrusia durante 16 años, seguirá en el poder tras los comicios presidenciales de ayer, en que miembros de la oposición fueron golpeados durante protestas en la calle, incluido el candidato Vladímir Nekliáev, quien resultó gravemente herido.

Encuestas y resultados parciales dan por ganador a Lukashenko, de 56 años, que habría obtenido entre el 72 y el 89 por ciento.

Mientras cerraban los colegios, uno de los nueve candidatos que desafiaron a Lukashenko, Vladímir Nekliáev, fue agredido por la policía y sufre una lesión cerebral, por lo que tuvo que ser hospitalizado.

La televisión rusa mostró cómo Nekliáev y varias decenas de acompañantes fueron bloqueados y detenidos por la policía, luego sonaron estruendosas explosiones y hombres vestidos de negro arremetieron contra ellos a porrazos, tirando a todos al suelo con la cara hundida en la nieve.

A diferencia de anteriores comicios, esta vez Lukashenko se esforzó bastante por mantener las apariencias y hasta permitió a sus nueve rivales aparecer en la televisión. Pero ya el jueves su paciencia se agotó, y el "batka" ("padre") descargó sus iras contra los observadores internacionales.

"Quiero que me oigan los presidentes de las comisiones electorales y no permitan a nadie fotografiar, sellar, firmar, afirmar. (...) Sus decisiones serán apoyadas por la fuerza", advirtió.

Justo para entonces, en el segundo día de la votación preliminar que la oposición considera como principal instrumento de fraude y en la cual, según datos oficiales, emitió su voto mas del 23 por ciento del electorado, también entonces fueron impedidos los intentos de la oposición de controlar lo que ocurría en los colegios.

Cuando faltaban seis horas del cierre de los colegios, una de las tres empresas a las que oficialmente les fue permitido encuestar a los electores bielorrusos adelantó que Lukashenko ganaba las elecciones con mas del 74 por ciento de votos.

La presidenta de la CEC, Lidia Yermóshina, explicó que la ley no prohíbe difundir los resultados de las encuestas antes del fin de la votación, excepto los sondeos "no autorizados".

Para el cierre de los colegios los resultados de las encuestas a pie de urna "autorizadas" fueron aún más favorables para Lukashenko: 79,1 por ciento.

Los resultados de las votaciones en las "mesas cerradas", tales como unidades militares, hospitales y otras instituciones, que a juicio de Yermóshina son "mucho más representativas que cualquier encuesta", fueron aún más generosos: 89,1 por ciento a favor de Lukashenko.

A pesar de las advertencias, la amenazadora presencia de blindados y antidisturbios y la agresión a Nekliáev, varios miles de opositores salieron a la calle.

Cercados por la policía y carros blindados, bajo pancartas que exigían "Nuevas elecciones sin Lukashenko", banderas nacionales y de la Unión Europea los oradores opositores afirmaban que el jefe de Estado ni siquiera consiguió el 50 por ciento de los votos, necesarios para vencer en la primera vuelta.

"Tampoco queremos una segunda ronda. Queremos nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias de acuerdo a las normas de la OSCE", declaró el líder del Partido Cívico Unificado, Anatoli Lebedko.

Gobierno y oposición aguardan la reacción de la Unión Europea, que hace cuatro años impuso sanciones contra Lukashenko por falsificar las elecciones de 2006 y reprimir a la oposición, pero más tarde congeló su aplicación.

Pero algunos países comunitarios, especialmente los vecinos de Bielorrusia, empiezan a perder la paciencia.

"Entiendo que estén hartos de mí. Pero sean cuales sean los cambios, Bielorrusia seguirá fiel a su actual política, incluso si hay otro presidente. Otra cosa sería inaceptable para el pueblo", aseveró Lukashenko.